Dirty Dancing: El musical aterriza en Barcelona
¡Hola,
chic@s! Hace unas horas he estado en el Teatre Tívoli de Barcelona viendo el
musical de Dirty Dancing… ¡y me ha
encantado!
Dirty Dancing es
una de mis películas favoritas y me trae muy buenos recuerdos. La descubrí siendo
una niña gracias a las cintas VHS, que alquilaba en el videoclub, y cuando la
emitían por la tele siempre la grababa. Además, yo era esa clase de niña que cuando
se obsesionaba con una película no
paraba de verla hasta que la pobre cinta ya no daba más de sí. Me sé de memoria
sus diálogos, sus canciones, sus coreografías (no las he puesto en práctica
físicamente pero sí mentalmente) y Patrick Swayze me robó el corazón. ¿Quién no
ha soñado con ser Baby? Puede que la película protagonizada por Jennifer Grey y
Patrick Swayze no sea una obra maestra, pero eso no le quita que tenga un
lugar destacado en la historia del cine y que haya enamorado a diferentes
generaciones. Porque lo que importa al final es precisamente esto, que una
película te impacte, te haga soñar y que cada vez que la veas te haga sonreír y despierte en
ti diferentes emociones. Siempre que veo Dirty
Dancing soy feliz y durante dos horas me olvido de todo.
Cuando
supe que el musical de la película venía a Barcelona no lo dudé ni un segundo y
me hice con mi entrada. Hoy era el día y estaba nerviosa y emocionada a partes
iguales. ¿Le haría justicia a la película? Nunca había visto un musical en
directo, pero en este caso os puedo asegurar que ha sido una experiencia
maravillosa, genial, fantástica, emocionante… ¡Me ha gustado muchísimo!
Esta
adaptación recrea muy bien la película. El guion está prácticamente calcado, aunque aquí se profundiza un poco más en los personajes, y muchas veces recitaba las frases al
mismo tiempo que lo hacían los actores. La escenografía es sofisticada y está
muy elaborada. Me ha sorprendido ya que hay escenas que no sabía cómo nos las
iban a mostrar (¿recordáis el momento del lago?). Pues no temáis ya que con
grandes efectos visuales nos muestran esto y mucho más. Era todo un reto y está más que superado. En lo que respecta a la interpretación, los actores están a la
altura y la pareja protagonista consigue enamorar al público con su romance. Además
de esto, mientras veía la obra he sentido que entre el público y el reparto se
había creado una gran complicidad y ha sido una sensación muy bonita.
Por
otro lado, tampoco podía faltar su mítica banda sonora, que ha hecho que me
emocionara en alguna ocasión, pero el momento estrella ha sido el mítico baile
final con The time of my life de
fondo. Durante el último baile hemos bailado, aplaudido y cantado y cuando Baby
ha realizado el mítico salto el teatro se ha visto envuelto por una grandísima
ovación.
Durante
las dos horas y cuarto que dura la función se ha respirado un ambiente
inmejorable, el público ha estado entregadísimo (se ha notado que éramos unos
incondicionales de la historia) y los actores lo han dado todo. Para ponerle la
guinda al pastel, al final de la función se ha producido un momento inesperado
ya que ha habido una pedida de mano, lo que ha provocado la sorpresa y los
aplausos de los que nos encontrábamos en la sala.
He
salido con una gran sonrisa y tarareando las canciones (aunque esto no es algo
nuevo). Si sois fans de la película y tenéis la oportunidad de ir no dudéis en hacerlo
porque no os arrepentiréis. Ha sido como volver a ver la cinta original y toda la magia que ésta siempre me ha hecho sentir también lo ha conseguido la obra de teatro. He reído, bailado, cantado y me he emocionado, y durante dos
horas me he olvidado de todo y he sido inmensamente feliz.
¡Hasta
la próxima!
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