Deerbrook, de Harriet Martineau

¡Hola, chic@s! Para la reseña de hoy he preparado a conciencia el escenario: una terraza cubierta por nubes grises que nos anuncian que el verano está a punto de llegar a su fin, y un lindo gatito que se ha convertido en mi acompañante para esta tarde de escritura. La protagonista de la entrada de hoy es la novela Deerbrook, de Harriet Martineau, una historia que leí en verano, pero que es perfecta para las melancólicas tardes de otoño.

La historia de Deerbrook arranca cuando Margaret y Hester Ibbotson, dos hermanas que han perdido a su padre, llegan al apacible pueblo que da nombre al libro para quedarse con el señor y la señora Grey, unos parientes lejanos. La llegada de estas dos hermanas pondrá patas arriba la aparente tranquilidad del pueblo ya que, entre otras cosas, correrá el rumor de que una de ellas se casará con Edward Hope, el farmacéutico de Deerbrook, que a su vez es un hombre muy querido y respetado. 

La novela de Harriet Martineau es una joya de principio a fin y es una pena que no la haya descubierto antes (ni a la obra ni a su autora). Deerbrook es un retrato maravilloso que tiene en el costumbrismo su mayor baza para presentarnos unos personajes llenos de matices. Margaret y Hester, las hermanas Ibbotson, ven como su apacible vida en la ciudad es muy diferente en la de este pequeño pueblo, ya que de la noche a la mañana se convierten en el centro de atención de todos sus habitantes. Cuchicheos, secretos, rumores, malentendidos… Parece que estos cuatro puntos son el pan de cada día y esto supone un gran cambio para ellas. A través de la rutina diaria, la autora nos hace un retrato detallado y humano de todos los personajes que van desfilando por sus páginas y es una auténtica gozada. Todos ellos tienen una personalidad interesante y compleja y a medida que vamos avanzando, indagamos más en su psicología y esto hace que apreciemos mucho más los progresos que hacen y los retos a los que se enfrentan. Este libro también retrata otro de los puntos básicos de la sociedad victoriana: la hipocresía. Aunque esta novela se escribió 20 años antes de que el reinado de la reina Victoria diera comienzo, parece que Martineau se adelantó a su tiempo ya que los victorianos solían tener fama de tener un sentido de la moral intachable, cuando en muchos casos realizaban a escondidas lo que criticaban de cara al público. El inigualable Oscar Wilde censuró este comportamiento y, por desgracia, se convirtió en víctima de esta sociedad de doble cara. En Deerbrook vemos que sus habitantes dan muchas lecciones éticas, pero más tarde ellos mismos caen en eso que critican debido a su ignorancia y prejuicios. Por otro lado, el feminismo está presente en la trama a través de personajes como Margaret, María o Edward, que no comparten el papel cosificado de la mujer. Atención al personaje de María, una mujer maravillosa que representa la decepción y el dolor que una mujer decimonónica podía sentir cuando no cumple con las expectativas que se esperaban de ella, en cuanto al amor y al matrimonio se refieren. ¿Hay algo más si una mujer no logra convertirse en la esposa de alguien? María es la personificación perfecta de esta tragedia que vivieron esas mujeres que fueron educadas con el matrimonio como único objetivo. El último punto que me gustaría destacar conforme al contenido del texto es la parte romántica que tiene lugar en él. No os diré nada porque la tenéis que descubrir vosotros mismos, pero me mantuvo en vilo durante todo el tiempo. ¡Ay, no sabéis lo que sufrí!

- Todos estamos dispuestos a que mis sobrinas estudien con la señorita Young, si ella es tan amable de enseñarlas. Seguro que aprenderán cosas buenas.

- Es muy cultivada – dijo Sophia.

- Y más que eso, diría yo – añadió Hester -. Creo que es sabia.

- ¿Cómo es posible que ya lo haya descubierto? - preguntó el señor Enderby, que se ocupaba en diseccionar un tallo de hierba.

- No lo sé, y nada puedo ofrecer para sustentar mi opinión. Por su conversación, en general, da la impresión de ser una persona sensata.

- Decimos sensata porque es una mujer- observó Margaret -; pero, si fuera un hombre, lo llamaríamos filósofo.

(…)

- ¡Filósofa! - repitió el señor Enderby-. ¡Qué afortunada, de ser así, en sus circunstancias! Pobre mujer.

- Lo dice porque no tiene dinero- sonrió Margaret-. Si fuera rica, y fuerte, y admirada, todos se burlarían de su filosofía, porque sería una distracción.

La prosa de Martineau es una delicia, porque nos narra esta historia a través de un texto delicado y elegante que fue un deleite para mí. Deerbrook podría tener la etiqueta de esas novelas que te envuelven poco a poco y que después no puedes desprenderte de ellas. La culpa de esto la tiene, obviamente, Harriet Martineau, una mujer sensacional para su época (y para la actual) ya que, además de escritora, fue socióloga, filósofa, economista, y apoyó causas feministas y abolicionistas. Como he dicho al principio de esta reseña, es una pena que no la haya descubierto antes porque es, desde mi punto de vista, una excelente escritora.

Deerbrook es un clásico que debería ser reivindicado porque es una joya en todos los sentidos. No entiendo por qué Martineau no es tan popular como Jane Austen, las hermanas Brontë o Elizabeth Gaskell. Es incomprensible. Por lo tanto, si os gustan los clásicos decimonónicos esta es una historia que os enamorará. Una imprescindible de su género.

¡Hasta la próxima!

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Fotografía: Victorian Era