Mis Crónicas Londinenses: Día 1

¡Hola, chic@s! ¿Cómo va todo? Sé que a estas alturas ya tendría que haber publicado la primera de mis crónicas sobre mi viaje a Londres, pero un fuerte resfriado me ha dejado fuera de circulación durante unos días. Aún sigo un poco congestionada, pero ya no me quedo dormida por los rincones. ¡Así que ya estoy aquí para relataros mi primer día en tierras londinenses!

Antes de empezar a relatar mis primeras horas en Londres me gustaría deciros cuánto me gusta todo lo que está relacionado con Inglaterra, aunque creo que a estas alturas ya os habréis dado cuenta. No sé cuándo empezó mi interés, pero siempre he relacionado Inglaterra con la nostalgia y el romanticismo, seguramente debido a su atmosfera gris. Es una atmosfera que me atrae mucho y es raro ya que me encanta el sol y el buen tiempo. Sin embargo, con Inglaterra tengo algo especial. Durante muchos años mi gran sueño fue pisar Londres y durante un año estuve ahorrando dinero para poder alcanzar mi objetivo. Cuándo todo pintaba bien surgió un imprevisto y tuve que destinar mi dinero a otra causa. Me hundí bastante ya que estuve ahorrando durante casi un año y todo el trabajo y el esfuerzo no sirvieron para nada. Sin embargo, no sabéis como cambió la situación en solo unos días. Mi maravillosa hermana se encontraba de voluntariado en Marruecos y le comenté lo que había pasado vía Skype. Días después de hablar con ella, me comunicó que fuese buscando hostales en Londres ya que había comparado dos billetes para noviembre. ¡Mi hermana y yo nos íbamos a Londres! No me lo podía creer. Me quedé en shock durante unos momentos y después me puse a llorar como una tonta. Ese era el regalo de cumpleaños que mi hermana me había hecho (el mejor hasta la fecha) y le estaré siempre agradecida. De hecho, el próximo verano seré yo la que le devuelva el regalo ya que ésta vez me encargo yo para que las dos volvamos a Londres.

Mi hermana compró los billetes en verano con fecha del 30 de octubre al 4 de noviembre. Por lo tanto, 5 días en Londres que pensábamos disfrutar al máximo. Y entonces pasaron y pasaron los días hasta que llegó el 28 de octubre. Ese día recuerdo que tuve examen de italiano en la universidad y en la academia celebramos Halloween haciendo panallets, así que llegué a mi casa a las siete de la tarde lista para ultimar la maleta y tenerlo todo preparado. Sorprendentemente, y a pesar de los nervios, dormí de un tirón… hasta las 3 de la mañana ya que cogíamos el vuelo un poco antes de las ocho y teníamos que estar hacia las seis y media para facturar. Una amiga se unió a mi hermana y a mí en el viaje y los cinco (mis padres incluidos) partimos rumbo al aeropuerto de El Prat, en Barcelona.

Cuando ya hicimos todos los trámites necesarios subimos al avión y mi hermana y nuestra amiga querían sacarme una foto porque para una servidora era la primera vez en un avión. Querían ver si me asustaba durante el despegue, ¡si es que son encantadoras! Pero no me asusté ni nada, ¡faltaría más! La verdad es que me encantaron las vistas durante los primeros minutos ya que estaba amaneciendo y sobrevolamos el mar. Desde luego, una vista preciosa. 

¡Rumbo a Londres!

Tras casi dos horas de vuelo llegamos a nuestro destino y yo estaba en una nube. Aterrizamos en el aeropuerto de Stansted y la verdad es que hacía muy buen tiempo. Después cogimos el autobús de Terravision que nos llevaría hasta la estación de Victoria y ya, desde allí, iríamos rumbo al albergue. Cuando estábamos en el bus mi hermana y nuestra amiga echaron una cabezadita, pero yo aproveché para mirar el paisaje durante los 45 minutos que duraba el trayecto. Pasamos de los campos… al centro de la ciudad, el Londres que todos conocemos. Me encantó que nada más entrar en él sonara Valerie, de Amy Winehouse, una cantante que me encanta y que siempre relaciono con esta ciudad. Sin duda alguna, no pudimos tener mejor banda sonora para nuestra bienvenida.

Al llegar a Victoria Station nos pusimos rumbo al albergue, pero como a muchos turistas les suele pasar el primer día, nos hicimos un lío y al coger el autobús nos bajamos en la parada equivocada y estuvimos caminando durante casi 45 minutos. Madre mía, recuerdo que pensaba que nos habíamos perdido y que no llegaríamos nunca, pero ahora viéndolo desde una perspectiva más fría me río de lo que pasó y no me importaría repetirlo. Tras casi una hora caminando y con la ayuda de unas chicas inglesas muy simpáticas encontramos nuestro albergue. Nos alojamos en el Smart Hyde Park Inn, en el barrio de Bayswater, uno de los más bohemios de la ciudad. Compartimos habitación con 16 personas y la verdad es que nos encantó la experiencia. Mucha gente no comparte nuestra misma opinión ya que no les gusta compartir habitación y encima con tanta gente, pero nosotras lo pasamos muy bien. En las siguientes entradas ya os contaré las anécdotas que nos ocurrieron en el albergue.

Cuando acomodamos nuestras cosas decidimos salir a dar un paseo y explorar los alrededores. Eran casi las dos de la tarde cuando salimos así que el primer día decidimos habituarnos más que otra cosa. Además, nuestro viaje fue low cost. Nunca usamos el metro y solo cogíamos el bus para volver por la noche y en otras contadas ocasiones. Todo fue a pie y fue fantástico ya que vimos muchísimas cosas.

Kensington Gardens nos da la bienvenida con un cartel mojado por la lluvia

Cuando salimos del albergue descubrí sorprendida que a dos minutos se encontraba Kensington Gardens. Es un parque precioso y el ambiente acompañaba muchísimo. Todo tenía aspecto otoñal, muchos padres estaban jugando con sus hijos o los llevaban en sus bicicletas y las ardillas, los cuervos y otras aves eran los otros protagonistas del parque. 

 

 

Yo iba embobada viendo todo lo que me rodeaba. ¡Lo quería ver todo! Después del paseo fuimos al Palacio de Kensington ya que está dentro del parque y me encantó. Entramos en la tiendecita que hay y era preciosa. Ya había artículos navideños y la decoración era encantadora. Además, fuera había una terracita con gente tomando el té. Todo era muy british y  a mí se me caía la baba.

Palacio de Kensington

Después, tras mis suplicas, fuimos al Royal Albert Hall ya que se encuentra justo al lado del parque. Siempre escucho por internet las proms que suele organizar y cuando llegué allí lo primero que hice fue sacarme fotos y luego rodear el edificio. Uno de mis sueños es ir a uno de los conciertos que organiza y espero cumplirlo algún día.

El Albert Memorial y el Royal Albert Hall de fondo al anochecer

En Londres anochece muy temprano y más en otoño. Así que hacia las 5 y pocos minutos ya era casi de noche y fue entonces cuando decidimos ir a Harrods. Veamos, Harrods está bien, pero no me apasionó y la ropa no me gustó mucho, sinceramente. Además, era muy cara. Lo que nos gustó a mi hermana y a mí fue la sección de los pasteles y los dulces. ¡Todo era precioso! Faltaban pocos días para Halloween y había decoración para dicha festividad, pero es que allí la Navidad ya va calentando motores por esa fecha y, por lo tanto, había dulces para estas dos celebraciones. Es muy curioso que, por lo menos en Barcelona, a la Navidad le cueste tanto arrancar y en Londres ya se puede respirar el ambiente navideño casi dos meses antes. Era una atmosfera fantástica. Cómo no podíamos comprar nada en Harrods nos pusimos a hacer fotos como locas.

Más tarde fuimos a un Starbucks a tomarnos un chocolate calentito con una tarta de zanahoria. Mi hermana está obsesionada con los Starbucks y no fue la única vez que fuimos durante el viaje. De hecho, se convirtió en una rutina.

Después de un paseo por la zona del Royal Albert Hall decidimos comer unas pizzas en un italiano con unos camareros muy simpáticos y un tanto pícaros, para que nos vamos a engañar. ¿Pero qué pasó después de la cena? Pues que nos perdimos otra vez. No sabíamos si íbamos en la dirección correcta ya que Kensington Gardens estaba cerrado y tuvimos que rodear todo el parque junto Hyde Park y era enorme. Tras otra larga caminata volvimos al albergue. Nada más llegar allí nos dimos una ducha calentita y nos fuimos a la cama. Caímos rendidas ya que la noche anterior habíamos dormido muy poco y la adrenalina y la caminata nos habían dejado huella. La verdad es que fue un día para acomodarnos y familiarizarnos un poco con la zona. Nos perdimos más de una, pero ahí está la gracia. Todavía recuerdo mi viaje de fin de curso a París y las veces que me perdí con mi grupo de amigos. ¡Fue divertidísimo y siempre que lo recordamos nos reímos de lo lindo!

Pues hasta aquí mi entrada de hoy. Espero que os haya gustado. La verdad es que me encanta recordar mis días en Londres y compartirlo con vosotros. Dentro de unos días iré publicando el resto de crónicas.

¡Pasad un buen fin de semana!