Harriet, de Elizabeth Jenkins

¡Hola, chic@s! Hoy os traigo la reseña de Harriet, de la británica Elizabeth Jenkins, una novela que descubrí hace unos años gracias al blog Qué leería Jane Austen y que desde entonces se me quedó grabada en la memoria. ¿Por qué no me hice con ella de inmediato? Sinceramente, no lo sé, pero durante este último Sant Jordi la vi en una de las paraditas que la editorial Alba tenía en las calles de Barcelona y entonces me hice con ella. ¡Qué pena no haberla descubierto antes!

Harriet se escribió en 1934 y reconstruye un hecho real que fue bautizado en su día como el misterio de Penge, y que sacudió a la sociedad victoriana. La historia nos lleva a la década de los setenta del siglo XIX para que conozcamos a Harriet, una mujer de treinta y dos años que goza de una posición económica envidiable. La joven vive bajo la tutela de su madre y no se ha casado ya que muchos la consideran tontita (Harriet tenía trastornos del aprendizaje). Durante una de sus visitas a la casa de unos parientes pobres, estos parientes acogen a Harriet simplemente porque les van a pagar por ello, conoce a Lewis Oman, un individuo que no tiene donde caerse muerto y que decide encandilar a Harriet para hacerse con su fortuna. Lo que todo empieza como una novela de un cazafortunas que quiere hacerse con el dinero de su esposa, da paso a una trama que me ha mantenido en vilo ya que la protagonista se ve envuelta en una atmósfera claustrofóbica llena de horror e inhumanidad en la que todo vale con tal de hacerse con la fortuna de Harriet.

Elizabeth Jenkins

La novela de Elizabeth Jenkins consigue meternos de lleno en la historia desde la primera página. Lo primero que hace es que conozcamos el entorno de Harriet y a la protagonista en sí para que luego, inevitablemente, hagamos una comparación de cómo empieza su historia y cómo acaba al final. Harriet lo tiene todo, pero poco a poco ves que su caída se empieza a gestar muy poco tiempo después de haber empezado la novela, y esto provoca que una sensación de incomodidad se vaya apoderando de nosotros. Jenkins nos muestra todos los pasos que Oman y su familia van a dar para apoderarse de Harriet y nosotros somos muy conscientes de ello, pero la protagonista es tan cándida que no se percata de nada. Esto hace que acojamos a Harriet desde el primer momento y presenciemos de manera impotente cómo no podemos protegerla de un maligno plan que avanza a pasos agigantados. Precisamente, éste es uno de los grandes logros de este pequeño clásico, ya que consigue transmitir al lector una sensación diferente por cada página que lee. Harriet es un claro ejemplo de que una historia de terror no tiene que estar protagonizada por monstruos que no existen, porque de eso ya nos podemos encargar nosotros mismos. Y lo hacemos muy bien. Esta novela es un retrato que nos muestra lo ruin que puede llegar a ser el ser humano y te estremece pensar que puedan existir personas de este calibre. El horror de Harriet reside en su día a día, en cómo detrás de cada puerta se puede estar viviendo una macabra pesadilla y que el vecino de al lado no sea consciente de ello. El infierno de Harriet no se muestra de manera explícita ya que la autora nos ofrece pequeñas pistas de lo que puede haber ocurrido por ejemplo a través de un grito, un comentario, una herida, unos golpes… Y aquí es donde nuestra mente empieza a recrear lo que puede haber ocurrido y el resultado no puede ser más desalentador. Se te encoge el corazón por la humillación y el maltrato continuo que sufre la protagonista.

Única foto conservada de Harriet

Todas estas emociones nos las produce la magnífica prosa de la autora, pero los que las ejecutan son sus personajes. Todos ellos están muy bien escritos y poco a poco Jenkins nos va mostrando el lado oscuro de cada uno de ellos. Por un lado, tenemos a Lewis y Patrick, los dos hermanos y cabezas pensantes del plan que muestran una horripilante frialdad e indiferencia por lo que está sufriendo Harriet. La sensación de impotencia que me produjeron estos dos fue algo increíble y si no supiéramos lo que está ocurriendo en la casa de Patrick ya os puedo asegurar que las escenas de estos dos serían de lo más emotivas. Los dos sienten un gran cariño y amor por el otro y se piden disculpas mutuamente por lo que están pasando (que no es otra cosa que ir acabando poco a poco con la pobre Harriet). ¡Parecían ellos las víctimas! ¡Es increíble el descaro que tienen de principio a fin! Por otro lado, tenemos a Elizabeth, la mujer de Patrick, y Alice, hermana de la primera y amante de Lewis. Elizabeth, con tal de mantener contento a su marido, hace lo que sea y siempre lo justifica todo, aunque no haya justificación que valga. Está anulada por Patrick y no tiene personalidad ninguna. Alice es el típico perfil de chica fría y calculadora, que le da todo igual con tal de tener una vida de lujo. Y luego tenemos a nuestra querida Harriet, la protagonista de la historia y la que pone nombre a la novela, pero que poco a poco va quedando en un segundo plano, prácticamente olvidada, y que podría considerarse un paralelismo de la desgraciada vida que está teniendo con los Oman. Los cuatro protagonistas, sin nombrar a Harriet, son cuatro monstruos que van creciendo en cada capítulo y parece que nadie les puede parar. Esta sensación de indignación nunca te abandona y cuando llegué a su última página me quedé helada. Fue como una bofetada y, aunque ya conozcas cómo se desarrolló este caso, la sensación de vacío que te deja es inmensa.

Terminé esta novela hace un par de semanas y todavía la tengo en mi cabeza. Está empeñada en no despedirse de mí y aunque sea una lectura dura merece mucho la pena. Jenkins nos muestra de una manera brutal y a la vez sutil al monstruo que todos podemos llevar dentro y como algunos no se avergüenzan en sacarlo. Harriet es un libro que nos hace reflexionar y un clásico que tendría que ganar más notoriedad además, no conocía la trayectoria de su autora y nada más leer sobre ella en la solapa del libro ya se convirtió automáticamente en una de mis personas favoritas.

¿Habéis leído Harriet?

¡Hasta la próxima!

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Fotografías: Casa del Libro y Persephone Books