Relectura de Mujercitas, de Louisa May Alcott

¡Hola, chic@s! El pasado mes de diciembre os traje mi reseña de mi relectura de Mujercitas y, una vez más, volví a quedar cautivada por las hermanas March. En esa misma entrada os comenté que mi intención era hacerme con la edición sin censura que la editorial Lumen tenía de la historia de Louisa May Alcott, pero lamentablemente no pudo ser. Sin embargo, esta pequeña decepción duró más bien poco ya que decidí comprarme la versión que ofrecía Alianza Editorial, y el resultado ha sido maravilloso. Nada más ver el libro en la librería me quedé prendada de él ya que es una edición realmente preciosa. La novela está presentada en tapa dura y con ilustraciones en su interior, y lo más importante: contiene las dos partes de la historia (Mujercitas y Aquellas Mujercitas). Esta relectura ha sido de lo más especial ya que era la tercera vez que leía la primera parte, en la que las protagonistas son unas niñas, pero era la primera vez que iba a sumergirme en Aquellas Mujercitas, cuando las cuatro hermanas van de camino a la vida adulta. Es cierto que esta parte la conozco gracias a las películas, pero nunca antes la había leído, así que tenía mucha curiosidad.

Mi intención era leer la novela durante el verano, pero nuestro inesperado confinamiento me hizo echar un vistazo a mis estanterías y Jo y sus hermanas no paraban de hacerme ojitos para que volviera a compartir tiempo con ellas; así que no me lo pensé dos veces y puse el libro en mi mesita de noche. Esta edición contiene 749 páginas y pensaba que, con las clases online y la preparación de estas, mi lectura se iría alargando con el tiempo, ¡pero qué equivocada estaba! La novela me volvió a agarrar bien fuerte y me despertaba e iba a dormir pensando en las March, y por este motivo mi lectura me duró menos de una semana. ¡No sé de dónde saqué tiempo!

Releer un libro es descubrir cosas nuevas que antes no habías visto o que no habías apreciado como era debido y con esta edición me ha ocurrido exactamente esto. La traducción que Alianza Editorial ofrece es excelente, es la que más me ha gustado hasta la fecha, y está llena de pequeños detalles que ayudan a perfilar de manera notable a sus protagonistas. La prosa de la autora es fantástica y me era imposible no visualizar con una gran facilidad las escenas que Alcott me describía; incluso los momentos más sencillos adquirían una ternura y un encanto inesperados:

Jo estaba recostada en su sillón favorito, con expresión seria y tranquila, y Laurie, apoyado en el respaldo, con la barbilla junto a la rizada cabellera, le sonrió con amabilidad y le hizo un gesto con la cabeza en el reflejo del gran espejo que tenían ante sí.

En la primera parte vemos el desarrollo de las personalidades de las jóvenes protagonistas, al mismo tiempo que estas están rodeadas por fuertes valores éticos y morales; y en la segunda vemos cómo las cuatro hermanas van encarrilando sus vidas, a la vez que llegan nuevos retos que las desafiarán y las harán crecer y evolucionar. Lo que más me ha gustado de la obra es que, a pesar de haberse escrito hace más de 150 años, es muy revolucionaria ya que Alcott nos muestra el machismo de la sociedad del siglo XIX, en el que el único papel de la mujer era ser la compañera del hombre, pero los personajes femeninos de la novela no son así; aquí las mujeres son las protagonistas indiscutibles de esta obra y los hombres siempre ocupan un segundo plano. Es cierto que la figura del patriarca de la familia siempre la tienen en cuenta, pero las protagonistas, a lo largo de la historia, ganan en independencia y fortaleza durante la ausencia paterna y, cuando este regresa de la guerra, no necesitan una figura masculina al lado para que las salve, ya que ellas lo pueden hacer perfectamente solas. Esto supone un gran golpe sobre la mesa y un enorme paso hacia delante, pero a pesar de esto el personaje de Amy expone en el siguiente párrafo la situación que las mujeres vivían en aquellos años y cómo muchas veces se tenían que sacrificar para que la familia tuviese un futuro asegurado:

Es preciso que una de nosotras se case con un hombre rico. Meg no lo ha hecho, Jo no lo hará y Beth todavía no puede… De modo que lo haré yo y así todos llevaremos una vida más confortable. No me casaría con un hombre al que detestase o despreciase. Podéis estar seguras de ello. Aunque Fred no sea mi ideal, está muy bien y, con el tiempo, llegaría a apreciarle si él me tratase bien y me dejase hacer lo que quisiese.

Si hablamos de Amy, en Aquellas Mujercitas la benjamina consigue su redención ya que ha dejado de ser la hermana caprichosa y engreída para convertirse en una mujer fuerte y decidida, pero si echamos la vista atrás, personalmente pienso que Amy siempre fue así. Ella nunca quiso ser pobre, aspiraba a un mundo lleno de oportunidades, y lucha por ello hasta que finalmente lo consigue. Su determinación nunca cesa y creo que este es un punto muy admirable.

Por un lado, en la segunda parte he disfrutado mucho el desarrollo de la relación de Amy y Laurie y, por otro, como Jo, esa chica que siempre huyó del amor, de repente anhela la figura de un compañero en su vida. Este punto me resulta de lo más interesante ya que la libertad y la rebeldía de la protagonista de la novela no tienen que estar reñidas con el hecho de encontrar una pareja. Jo no quiere enamorarse o casarse porque es lo que tiene que hacer, en teoría, una mujer, sino que quiere experimentar qué se siente al ser amada y querer a alguien más, y este sentimiento tan humano rompe la armadura que la aspirante a escritora había creado a su alrededor.

Aquellas Mujercitas suele entusiasmar menos que Mujercitas, pero a mí me han gustado las dos por igual. Ya sé que no os voy a descubrir nada nuevo de este clásico porque todo el mundo lo conoce, pero me ha gustado que, a pesar de conocer la historia de antemano, lo haya leído con la misma emoción y expectación que la primera vez. Durante el confinamiento me han acompañado grandes lecturas que, durante el tiempo que estuve con ellas, me acogieron y me ayudaron a escapar de la incertidumbre que nos rodeaba, y esta novela fue una de ellas. La recuerdo con mucho cariño y no descarto volver a reencontrarme con las March en esta misma edición u otra. Un clásico inolvidable que merece ser leído cada cierto tiempo.

¡Hasta la próxima!

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