Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
¡Hola,
chic@s! Hoy, os traigo la reseña de Un
árbol crece en Brooklyn, un libro que, inesperadamente, se ha colado en el
número uno de mis novelas favoritas junto con Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Supe de este libro a través del
blog de mi querida Marie y desde ese momento estuvo en mi lista de libros
pendientes. Este verano tuve la oportunidad de hacerme con él y conocer la
historia que se escondía entre sus páginas y fue toda una experiencia. Espero
que esta entrada le haga justicia a la novela de Betty Smith, aunque no sé si
mis palabras podrán describir a la perfección los sentimientos que experimenté
mientras leía esta maravillosa historia.
Un árbol crece en Brooklyn nos
traslada al Brooklyn de principios del siglo XX para que conozcamos a los
Nolan, una familia que intenta labrarse un futuro
en el que no tengan que pasar por las penurias que experimentan un día sí y otro también. Los
Nolan, al igual que el resto de inmigrantes europeos (o también si son descendientes de
éstos), intentan hacer realidad el famoso sueño americano, pero la realidad es
muy distinta ya que la pobreza que les rodea les indica que sus ilusiones y
proyección de futuro son en vano. Sin embargo, y a pesar de los malos momentos,
la pequeña de los Nolan, Francie, es una niña que, en su día a día, intenta ver
el lado positivo de las cosas. En cada detalle se puede encontrar un poco de
felicidad e ilusión y por lo tanto, nos tenemos que agarrar a ello como sea. Un árbol crece en Brooklyn nos cuenta la
historia de esta familia hasta que la pequeña Francie se convierte en una mujer
adulta y os aseguro que el viaje merece mucho la pena.
Una
de las grandezas que tiene esta novela es la creación de sus personajes. La
familia Nolan y todos los secundarios que los acompañan en esta aventura están tan bien escritos,
que no nos cuesta nada visualizarlos por las calles de Brooklyn o en sus humildes pisos. Son personajes cotidianos, que podríamos conocer perfectamente, y esto
hace que nuestra relación con ellos sea muy estrecha. Se les coge un gran
cariño y no puedes evitar querer a cada uno de ellos, a pesar de sus
imperfecciones, precisamente por esa humanidad y realismo que desprenden. Cada
lector debido a sus experiencias en la vida puede sentirse identificado, o no,
con algunos de estos personajes. En mi caso, no pude evitar verme reflejada en
Francie y ver en otros personajes a personas que son muy cercanas a mí. Esto le
añadió un gran punto de emotividad a la novela, que hizo que me emocionara en
más de una ocasión.
Escena de la versión cinematográfica de la novela. Fuente: Toronto Film Society |
En
alguna que otra reseña he podido leer que ésta es una novela que no gustará a
todo el mundo debido a que puede parecer lenta. Leí estos comentarios antes de
empezar con mi lectura y tenía miedo de no poder disfrutar de la historia por este
motivo. Sin embargo, cuál fue mi sorpresa, que cuando cerraba la novela, de
manera inmediata, ya tenía ganas de volver a ella. Su prosa no se me hizo lenta ya que combina muy bien narración y diálogo y también porque
creo que para disfrutar de esta historia hay que verla como lo que es: el
retrato de una vida. En cada capítulo nos sumergimos en la cotidianidad de
estos personajes y gracias a ella descubrimos nuevos aspectos que nos emocionan
y nos hacen querer seguir leyendo para saber más de ellos. A medida que iba
avanzando en la historia tenía sentimientos encontrados ya que por un lado,
quería saber el desenlace, pero por otro no quería que acabara porque eso
significaría tener que decir adiós. Cuando llegué a la última página sentí un
gran vacío, pero al mismo tiempo me sentí feliz ya que a partir de ahora estos personajes
formarán parte de mi universo literario.
Si
hablamos de los personajes, y como he dicho más arriba, están muy bien
definidos no obstante, los personajes femeninos arrasan a los masculinos.
Johnny, el padre de Francie y de su hermano pequeño Neeley, es un personaje
entrañable, que nos cae muy bien porque tiene un corazón de oro, pero al mismo
tiempo es una persona de carácter débil, que en ocasiones se ve superado por
las circunstancias y como solución ahoga sus frustraciones en el alcohol. Es un personaje que, como he dicho, cae bien pero muchas veces se desentiende de los problemas por los que pasa la familia y este es un aspecto que no me gustó. En más de una ocasión, me dieron ganas de meterme dentro del libro y decirle que espabilara de una vez. Los hombres que
pertenecen a la familia de Francie muestran más o menos el mismo carácter, pero
los personajes femeninos son muy diferentes. Las mujeres de esta novela también
tienen vidas muy tristes y cada una carga con sus propios demonios, pero Katie,
la madre de Francie, y sus hermanas sacan fuerza de donde no hay e intentan
avanzar en la vida con el propósito de mejorar. No están orgullosas de la vida
que han tenido y por eso quieren que sus descendientes opten a algo mejor. Por
eso Katie hará todo lo posible para que sus hijos tengan una educación y puedan
optar al futuro que ellos quieran ya que para la madre de Francie la educación
es la clave para salir de una vida llena de miseria y pobreza. Puede que a
veces no simpaticemos con Katie ya que tiene un carácter duro, orgulloso y serio, pero al
mismo tiempo sentimos una gran admiración por ella por su fortaleza y constancia. Por
otro lado, la tía Sissy es un personaje secundario que me enamoró ya que puede
que no tenga estudios, pero es una mujer que tiene un gran corazón y una
inteligencia muy especial. Es muy atractiva y sabe explotar este lado, y al
igual que Katie es una persona fuerte y tenaz. Su gran sueño es ser madre y a
pesar de haber fracasado hasta en diez ocasiones, no desistirá en su sueño.
Un árbol crece en Brooklyn es
una novela entrañable, que posee magia, y que a pesar de mostrarnos un escenario desolador, nos
envía un mensaje maravilloso lleno de optimismo. Sus personajes están rodeados
de complicaciones que les impiden avanzar, pero estos no desisten y con
esfuerzo y trabajo van saliendo de ese interminable túnel y esos sueños que
parecían inalcanzables, poco a poco, empiezan a hacerse realidad. Es un libro
que deja huella y su lectura está llena de sonrisas y lágrimas. La novela de
Betty Smith es un clásico injustamente olvidado, que debería tener más
relevancia porque nos estamos perdiendo una gran joya de la literatura.
Para
acabar esta reseña os dejo con un fragmento del libro que me emocionó muchísimo
(si no queréis conocer su contenido no sigáis leyendo).
En
la novela, Johnny, el padre de Francie, muere siendo todavía muy joven y este
suceso me marcó mucho ya que, aunque era un hombre débil era todo bondad y la
relación con su hija siempre fue muy entrañable. Francie y Johnny tienen
debilidad el uno por el otro y la muerte de este último afectará mucho a la
pequeña. En el siguiente fragmento, Francie se acaba de graduar de la escuela y
es una tradición que a las niñas les regalen un ramo de rosas. Su familia no
tiene dinero, así que no espera nada. Sin embargo, cuando se acerca al pupitre,
la pequeña se asombra al ver un ramo de rosas y en él hay una tarjeta que está
firmada por su padre. Sin embargo, y a
pesar de llevar meses muerto, Johnny se encargó de todo ya que no sabía lo que
podía pasar en un futuro. Este fragmento me emocionó muchísimo por su carga
emocional y actualmente, cuando lo recuerdo, no puedo evitar sentir un
escalofrío. Es un momento precioso.
Francie
se acercó a su pupitre, segura de que alguna otra niña habría colocado allí el
ramo mientras abría el escritorio. Decidió coger el ramo con cierto desprecio y
preguntar con aire altivo: « ¿De quién es esto? Discúlpame, pero
necesito abrir mi pupitre».
Levantó
el ramo – dos docenas de magníficas rosas rojas en un haz de helechos –
imitando el gesto de las otras y por un momento haciéndose la ilusión de que
era suyo. Buscó la tarjeta con el nombre de la agraciada. ¡Pero si en la
tarjeta estaba su nombre! ¡Su nombre! La inscripción decía:
«Para
Francie en el día de su graduación. Con cariño de papá».
¡Papá!
Estaba
escrita de su puño y letra y con esa tinta negra del frasco que había en casa.
¡Hasta
la próxima!
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Fuente
imagen principal: www.casadellibro.com
vaya, no conocía la novela peo después de tu reseña tengo muchas ganas de leerla! :D
ResponderEliminar¡Hola, Sara!
EliminarEs una novela que merece mucho la pena. Es una preciosidad :) Si te animas a leerla espero que te guste :)
¡Un beso!
Hola!
ResponderEliminarEsta novela la leí el año pasado. Al igual que a ti también me gustaron mucho los personajes y no se me hizo nada pesada, al contrario se lee súper bien y rápido. Es más, cuando llegué al final me quedé un poco colgada. Yo quería que siguiera algo más, no podía abandonar tan pronto a los personajes. Pero con el padre tenía sentimientos encontrados, porque aunque en el fondo me daba mucha penita, me indignaba que fuera tan débil de carácter. Tenía ganas de darle una buena sacudida, a ver si espabilaba y se ocupaba mejor de la familia.
En fin, me alegra que también te gustara. Habría que reivindicarla más porque no es muy conocida entre la gente y es una lástima.
¡Besos!
¡Hola, Raquel!
EliminarCoincido plenamente contigo en cuanto a Johnny. En ocasiones, me daban ganas de cantarle las cuarenta porque era Katie la que tenía que sacar a su familia adelante y él parecía que no reaccionaba ante la situación.
No sé si sabes que la novela Mañana puede ser un gran día, de Betty Smith, está considerada como la segunda parte de Un árbol crece en Brooklyn :)
Espero que este clásico llegue a más lectores porque lo merece :)
¡Un beso!
Ostras, no tenía ni idea de esa segunda parte. Estaré atenta a ver si la veo porque me apetece volver a leer algo de la autora.
Eliminar¡Muchas gracias por el aviso!
¡Hola otra vez!
EliminarPues esta novela no tiene a los mismos personajes, pero dicen que se podría leer como una segunda parte porque está centrada en la juventud y edad adulta de la protagonista. Por lo tanto, sería como una continuación de la siguiente etapa pero representada por otro personaje. He oído hablar bien de este libro :)
¡Gracias a ti por pasarte!