The Crown 4
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Fuente: Netflix |
¡Hola, chic@s! El pasado 15 de noviembre la cuarta temporada
de The Crown aterrizó en Netflix rodeada por una gran expectación, ya
que con ella llegaba la mujer que todos habíamos esperado ver: Diana de Gales.
Lady Di falleció hace 23 años (no sé vosotros, pero en mi caso recuerdo
perfectamente qué hice ese día), pero su muerte no la relegó al olvido, al
contrario, con ella su leyenda no hizo más que empezar. La malograda princesa
es uno de los personajes más icónicos del siglo XX y, gracias a la nueva
temporada de la serie sobre la familia real británica, una nueva generación la podrá
conocer. Lady Di fue un fenómeno de masas y esta cuarta entrega ha
confirmado que, a pesar del paso del tiempo, continúa siéndolo. No obstante, este
cuarto año muestra muchas más cosas además de a la conocida como Reina de Corazones,
así que a continuación os expongo los puntos más destacados de la siempre
impecable The Crown.
Una temporada mucho más íntima y personal
Si echo la vista atrás se podría decir que la temporada que menos
me ha gustado es la tercera y pienso que esto se debe a que su tono fue demasiado político y dejó un poco de lado
la parte más íntima de los personajes. Esto hizo que los percibiera de una
manera más fría y que tardara más de la cuenta en congeniar con ellos. A esto hay
que añadirle el cambio de reparto, que hizo que tuviéramos que habituarnos a
ellos, a pesar de interpretar a los mismos personajes que en su momento dieron
vida Claire Foy y Matt Smith, entre otros. En este nuevo año vemos qué ocurre
en la convulsa década de los ochenta, pero las vidas personales de los protagonistas
tienen mucho peso y esto hace que te involucres mucho más en la historia.
Historia de dos ciudades
Esta temporada de The Crown ha sido de contrastes; es decir, se ha mostrado muy bien la diferencia de clases y cómo en un mismo país se puede disfrutar de lo lindo de todos los privilegios, mientras que otra parte lucha por sobrevivir. Obviamente el primer grupo es el círculo de Buckingham Palace y el segundo son los ciudadanos británicos. Esta trama, a pesar de haber ocurrido hace casi 40 años, se podría trasladar a nuestra situación actual porque la diferencia de clases siempre ha estado ahí y esta se nota muchísimo más en tiempos de crisis.
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Fuente: Netflix |
Un reparto excepcional
Espléndida, maravillosa, sofisticada, elegante… Estos adjetivos
siempre han estado unidos a la serie y este año no iba a ser menos. La
fotografía, la dirección y el guion tienen mucha culpa de ello, pero su reparto
también. Los actores de esta serie, tanto los de la primera generación como los
de la segunda, tienen una elegancia y profesionalidad que siempre me han cautivado. Antes he dicho que esta ha sido una temporada de contrastes y esto
también se ha podido ver en sus protagonistas, especialmente en la reina
Isabel. Olivia Colman es ese tipo de actriz que todo lo hace bien, y aquí está
espléndida, pero Claire Foy interpretó a una reina muy humana que se ganó el
cariño del público y a Colman le tocó interpretar a una monarca mucho más fría
y distante. Sin embargo, en este cuarto año la reina de Colman me ha gustado
mucho más porque su interpretación ha sido más compleja. Ha habido momentos que
ha mostrado humanidad y comprensión, volviéndose de esta manera más humana e
incluso tierna, pero cuando el espectador bajaba la guardia, volvía a ofrecer su
lado más calculador e incomprensivo. Su interpretación me ha encantado porque
está mucho más asentada y Colman es una actriz como la copa de un pino. Por
otro lado, este año ha estado protagonizado por un trío muy poderoso: Isabel,
Diana y Margaret Thatcher. De la primera ya os he hablado, de la segunda lo
haré a continuación y de la tercera solo puedo decir cosas buenas. Gillian
Anderson, la icónica Scully de Expediente X, deja a un lado a su
personaje más representativo para encarnar a la polémica Primera Ministra
de Reino Unido. La reina ha mostrado contrastes, pero Thatcher también, ya que
puede que simpaticemos con ella o no, pero ponerse al mando de un país y
rodeada de hombres tiene mucho mérito. Thatcher podría ser un símbolo de la
lucha feminista, y ella podría percibirse como tal, pero lo interesante es que
Thatcher no se consideraba partidaria de la lucha contra el sexismo. La Primera Ministra creía que las mujeres
no estaban preparadas para el poder y que se tenían que quedar en casa, ensalzando
de esta manera la figura del hombre. Sin embargo, ella hace todo lo contrario.
Esta actitud me recuerda mucho a la que vi en Mrs. America con Phyllis
Schlafly, personaje interpretado por Cate Blanchett, en el que la protagonista afirma
que la mujer debe ser únicamente esposa, madre y ama de casa, pero Schlafly
es una mujer muy inteligente que ansía poder e independencia.
Diana de Gales: la princesa triste encerrada en la jaula de oro
La princesa Diana dijo en una entrevista que su matrimonio fue
un completo desastre y acto seguido detalló todos los puntos de su pesadilla
marital. Ella era la víctima, y Carlos, el villano. Esa entrevista se quedó
grabada en todo aquel que la vio y se ha escrito que la Diana que vemos en The
Crown está basada en este testimonio. Por lo tanto,
todo lo que se ve de ella es bueno. La Diana que está en pantalla es pura
inocencia, bondad y belleza angelical. Es un cervatillo a punto de meterse en
la boca del lobo (magnífica la caza a un ciervo malherido e indefenso que simboliza cómo la
princesa está a punto de ser atrapada en una emboscada orquestada por la
familia real para llevar a su futuro rey al altar) y cómo su inexperiencia
juega en su contra al no darse cuenta de lo que está ocurriendo a su alrededor.
La fragilidad de Diana es patente en cada episodio y vemos cómo los habitantes
de Buckingham Palace la deshumanizan prácticamente desde el principio. Para
ellos es un trámite para que Carlos tenga una esposa y le dé el tan ansiado
heredero para perpetuar la línea sucesoria. La soledad que sufre la princesa se representa muy bien en el tercer episodio
cuando la joven se traslada a vivir a palacio, pero no tiene contacto con nadie.
Su futura familia la ignora y su cuento de hadas es una auténtica farsa. Incluso
su soñado príncipe le ha salido rana porque no tiene ningún interés por ella.
Carlos no muestra afecto ninguno; no le sale abrazarla o besarla (de hecho, no
vemos ni un solo beso entre la pareja en toda la serie) y entre ellos existe una
frialdad que incomoda. Por lo tanto, el vivieron felices y comieron perdices
aquí no existe. No hay final feliz. Más bien es el cuento de una princesa
que está atrapada en lo alto de una torre esperando a que la rescaten, pero nadie
parece acordarse de ella. Si nos damos cuenta, Diana es un personaje trágico
desde el principio y es una pena pensar que este punto definió su vida hasta el
final. Emma Corrin es la encargada de dar vida a Lady Di y su interpretación es
simplemente perfecta. Abraza de tal manera al personaje que, por momentos,
parece que estás viendo a la malograda Diana.
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Fuente: Netflix |
El cuento de hadas que pudo haber sido
Cuando en una historia tenemos una víctima eso significa que
hay un villano. Josh O’Connor se descubrió al gran público interpretando al príncipe
Carlos en la tercera temporada y su personaje fue, por lo menos para mí, lo
mejor de esa entrega. Carlos fue presentado como un hombre enamorado que estaba dispuesto a desafiar a la Corona para poder casarse con la mujer que amaba. Así que aquí
tenemos el cuento de hadas original, la gran historia de amor que todos nos
morimos por ver, pero que de manera inesperada se convierte en una historia de
villanos al poner a Diana como una ficha más del tablero con la que poder jugar.
Carlos y Camilla estaban destinados a ser la gran pareja del cuento, pero
al final son los antagonistas al ser en gran parte los responsables del sufrimiento
de la princesa de Gales. Es muy interesante poder comprobar cómo los papeles pueden cambiar de
un momento a otro mostrando así diferentes matices de los personajes. Todos
han odiado al príncipe de Gales en esta nueva temporada, y por descontado a
Camilla, pero hay que reconocer que la interpretación de O’Connor ha sido, una
vez más, brillante. Lo voy a echar mucho de menos ya que me he encariñado de su
Carlos a pesar de no ser el príncipe que nos suelen narrar en los cuentos.
La cuarta temporada de The Crown ha vuelto a enamorar
a público y crítica, y puede que estemos ante su entrega más popular ya que
con ella somos testigos del regreso de la añorada Diana. La serie ha sabido muy bien
reinterpretar el mito y ha vuelto a ponerlo en primera página.
Diana era una mujer que levantaba pasiones y la serie no ha hecho más que
confirmar este punto. Todos amaban a la princesa menos la persona que a ella
realmente le interesaba: Carlos. Estamos ante una temporada que demuestra que
el deber es lo primero, aunque eso signifique destrozar una vida. Por otro
lado, ya nos da igual empatizar o no con la familia real británica, porque aunque
se les retrate como villanos o víctimas, todos nos fascinan por igual. Tengo
muchas ganas de ver cómo continúa la historia, aunque todos sepamos el final.
Por último, me gustaría acabar con una anécdota: la familia real británica
siempre ha afirmado que no ve la serie, que no está interesada en ella. No obstante,
fuentes cercanas a Buckingham Palace han afirmado que todos sus miembros están
muy enfurecidos con lo que se ha mostrado en este cuarto año al no ajustarse a la
realidad (las redes sociales han estado echando humo ya que todos se han posicionado al lado de la desaparecida princesa y
esto ha desembocado en campañas de desprestigio contra Carlos y Camilla). Parece que el fantasma de Lady Di vuelve al acecho confirmando, una vez más, su implacable triunfo sobre ellos. ¿Cuál será el siguiente capítulo?
¡Hasta la próxima!
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