Pobres criaturas (2023)

 

Fuente: Searchlight Pictures

¡Hola, chic@s! La semana pasada pude ver Pobres criaturas, la última película de Yorgos Lanthimos, y que a su vez es una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Alasdair Gray. Mi intención era escribir una reseña nada más salir del cine, pero es una película tan apabullante que he necesitado una semana para reposarla. No obstante, reconozco que a pesar de la espera, no sé si podré plasmar al 100% todo lo que esta película me ha hecho sentir. Creo que siete días siguen sin ser suficientes, pero aun así me arriesgaré.

Pobres criaturas es mi segunda experiencia con el cine de Lanthimos, la primera fue con La favorita, y el cineasta nunca te deja indiferente. La película nos narra la historia de Bella Baxter, una joven que ha muerto pero que ha sido resucitada por el doctor Godwin Baxter. Bella tiene la apariencia de una mujer adulta, pero su cerebro es el de una niña; por lo tanto, tiene que volver a aprender desde cero. Esto puede ser un inconveniente para muchos, pero no para Bella, ya que nuestra protagonista tiene unas ansias infinitas por aprender y, lo mejor de todo, está libre de los prejuicios de su época. No tiene ningún tipo de ataduras sociales y esto le hará experimentar un viaje personal que la liberará de todas esas cadenas que, en teoría, debería llevar a su alrededor.

Pobres criaturas es una película que no da descanso. Cuando estás asimilando lo que acabas de ver, ocurre otra cosa que obliga a tu cabeza a seguir trabajando. Ha sido todo un reto, porque es una historia con muchas capas y si la viera más veces sé que seguiría sacando información completamente nueva. Se ha dicho que esta trama está inspirada en el mito de Frankenstein, pero también diría que tiene toques de Pigmalión. Bella empieza siendo un juguete para los hombres (cada uno con un propósito diferente), pero acaba convirtiéndose en una mujer hecha a sí misma. Su viaje está rodeado por el delirio, la comedia negra y la sátira y en él veremos temas como el capitalismo, la libertad sexual, el principio y el fin de la inocencia, el empoderamiento femenino, el poder del conocimiento y la misoginia. La crítica es brutal, pero a veces esta puede quedar en un segundo plano debido a su extravagancia.

Los actores están soberbios y no desentonan en este cuento fantástico de tintes góticos y steampunk. Willem Dafoe y Mark Ruffalo brillan a través de sus estrambóticos personajes, pero la estrella de la función es Emma Stone, la elegida para dar vida a una heroína poco convencional, y que ha tenido que ser todo un reto para la intérprete. En este rol la actriz se tiene que desnudar, literalmente, en cuerpo y alma y es un papel muy arriesgado, ya que Bella puede triunfar por todo lo alto o fracasar estrepitosamente. El sexo es una parte fundamental en la vida del personaje y se muestra sin ningún tipo de pudor. A veces puede resultar erótico, pero en otras ocasiones llega a ser desagradable y esperpéntico. Este aspecto podría restarle puntos a Stone en su carrera hacia el Oscar, porque ya sabemos cómo pueden ser los miembros de la Academia, pero espero que esto no sea un hándicap para que se haga con su segunda estatuilla.

Pobres criaturas es una fábula que nada entre el erotismo y lo gótico. Es una película apabullante tanto en lo visual como en su trama, sus puntos barrocos y bizarros son una locura, y los personajes que habitan en ella tampoco se quedan atrás porque se empapan de todas las excentricidades del mundo que les rodea. Emma Stone está sublime en un papel que no es para nada fácil, pero la protagonista de La La Land puede con todo y ha creado una heroína maravillosa que se convertirá, si no lo es ya, en toda una referencia. Lanthimos es un director sin medias tintas, porque o te gusta o lo odias, y en mi caso, y si la cosa no se tuerce, de momento estoy en el primer grupo.

¡Hasta la próxima!

 

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