Doctor en Alaska (Northern Exposure) (1990-1995)

 

Fuente: Filmin

¡Hola, chic@s! Hace una semana hablé de La única chica, de Robin Green, un libro formidable que os recomiendo encarecidamente. Pues bien, para seguir vinculada una semana más a su autora he decidido hablar de Doctor en Alaska, una de las series de las que fue guionista.

Mi relación con Doctor en Alaska es de lo más curiosa porque no recuerdo haberla visto en la pequeña pantalla, pero años más tarde la descubrí en internet a través de diferentes programas y artículos y en todos ellos me transmitió una sensación de paz y confort que me gustaba mucho; así que hace un par de meses me fui directa a la biblioteca y me vi las dos primeras temporadas de la serie. ¿El veredicto? Cicely y sus habitantes me han enamorado.

La serie arranca con Joel Fleischman, un joven de Nueva York recién licenciado en medicina que, muy a su pesar, aterriza en Cicely, un remoto pueblo de Alaska. En este lugar tendrá que empezar a ejercer su profesión, pero también tendrá que familiarizarse con las costumbres de sus vecinos que, todo hay que decirlo, son un pelín peculiares (aunque el protagonista también tiene lo suyo). El choque que hay debido a los diferentes estilos de vida es bastante grande y esto aportará toques de humor y surrealismo que serán una delicia para el espectador.

Las dos primeras temporadas son una maravilla y diría que su segunda entrega me ha gustado mucho más que la primera porque las bases ya están asentadas y gracias a esto los guionistas pueden jugar con los personajes. Durante la primera temporada vi la serie a través de los ojos de Joel ya que, al igual que él, estaba descubriendo Cicely y las personas que residen en él, pero en su segundo año ya me sentía una más del pueblo y me metí por completo en el día a día de sus protagonistas.

Doctor en Alaska es una serie que se apoya por completo en su excelente reparto coral y todos los capítulos están dedicados a indagar en las personalidades de los personajes para que veamos sus virtudes y sus defectos. Los actores están estupendos, desde el primero hasta el último, y creo que uno de sus puntos fuertes se encuentra en la naturalidad con la que interpretan a sus alter egos. Cicely es como un mundo aparte y en él vamos a encontrar situaciones surrealistas y cómicas que para nosotros son extraordinarias, pero que para sus protagonistas son de lo más normales. Hay escenas que me han arrancado más de una carcajada por su inverosimilitud, pero para los personajes es un momento más de su cotidianidad. Es una fantasía y cada capítulo me ha gustado más que el anterior porque la serie no tiene miedo a la hora de indagar en las excentricidades del universo que ha creado.

Por otro lado, ver esta serie significa volver a una época que ya no existe, ya que esta se emitió durante la primera mitad de los años 90 y el boom tecnológico aún no había llegado; por lo tanto, en ella seremos testigos de unos tiempos que eran mucho más simples y genuinos y en los cuales no teníamos que depender de teléfonos móviles.

Una vez terminado mi visionado de las dos primeras temporadas decidí que iba a hacer un parón y mi objetivo es  retomar la serie después de las vacaciones de verano. No he vuelto a Cicely desde hace un par o tres de semanas y reconozco que desde entonces siento una nostalgia muy grande. Doctor en Alaska ha sido todo un descubrimiento, aunque sabía que me iba a gustar, y es una serie que demuestra que la grandeza se esconde en la sencillez. Ya estoy contando las semanas que faltan para que vuelva a reunirme con Joel y compañía.

¡Hasta la próxima!

 

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