La llogatera de Wildfell Hall, de Anne Brontë

 


¡Hola, chic@s! Hace más de una década tuve que escribir un artículo sobre La inquilina de Wildfell Hall, de Anne Brontë, para la asignatura de literatura victoriana que cursaba en la universidad. Para la redacción de dicho texto tuve que leer de manera muy atenta la novela y recuerdo que descubrí puntos que, a primera vista, habían sido invisibles para mí. Más de diez años después he vuelto a Wildfell Hall y esta relectura en catalán, y bajo el título de La llogatera de Wildfell Hall, me ha vuelto a recordar que seguramente estamos ante la mejor novela de las hermanas Brontë.

La llogatera de Wildfell Hall nos lleva a una mansión que durante muchos años ha estado abandonada pero que un buen día, y para sorpresa de todo el pueblo, es alquilada por una mujer, cuya única compañía es su hijo pequeño y su sirvienta. Esta nueva presencia desata un mar de preguntas acerca de la identidad de la nueva inquilina y algunas no son muy buenas, la verdad. ¿Quién es esta misteriosa mujer? ¿Dónde está su marido? La enigmática dama se convierte en el tema de conversación favorito de los habitantes del pueblo, pero mientras esto ocurre, el joven Gilbert Markham no puede evitar sentir una gran fascinación por ella. A través de este personaje conoceremos a Helen, que es el nombre de la inquilina de Wildfell Hall, y toda la historia que trae con ella.

Anne Brontë suele ser definida como una mujer frágil y callada. Debido a ello, muchos piensan que la benjamina de las Brontë era una mujer de espíritu mermado, pero esto no tiene por qué ser así. Para mí, y echándole un vistazo a su breve obra, Anne era la más revolucionaria de las tres hermanas, ya que se atrevió a plasmar sobre el papel temas que eran tabú en el siglo XIX y que supusieron un escándalo para la sociedad. En una época en la que la literatura gótica gozaba de una presencia importante, la joven Anne decidió no situar su obra en castillos ni incluir elementos de carácter sobrenatural, ya que integró el horror en la realidad cotidiana, en nuestro día a día. ¿Qué quiero decir con esto? La llogatera de Wildfell Hall nos narra el relato de terror que cada día tenían que vivir aquellas mujeres que habían caído en un matrimonio de maltrato y abuso. En esta novela, la más pequeña de las Brontë habla de la misoginia, las adicciones, la violencia doméstica, las desigualdades sociales y las pocas salidas legales que tenían las mujeres. A través de estos temas, la escritora hace una crítica social dura y contundente que perfectamente se podría aplicar a nuestros días, porque aunque esta historia fue escrita a mediados del siglo XIX, los elementos que aporta son totalmente reconocibles. Anne Brontë no se calla y expone con una total sinceridad las penurias por las que tiene que pasar, Helen, nuestra protagonista.

Los personajes que Anne creó son dignos de estudio y podría dedicarles varias entradas, pero me gustaría destacar a Helen y también a Arthur Huntingdon, el marido de la protagonista. Por un lado, la evolución de Helen es fascinante, ya que pasa de ser una chica ingenua que cree que puede salvar a su marido de la miseria y el pecado, a convertirse en una mujer endurecida por los estragos que le ha causado su matrimonio, y que sacará todo el coraje y la fuerza que creía que no tenía para huir de Huntingdon y salvar al hijo de ambos de la oscura influencia de su progenitor. El viaje interior que atraviesa la protagonista es muy duro, pero verla tomar finalmente las riendas de su vida, incluyendo que puede mantenerse económicamente ella sola a través de sus cuadros, es una absoluta y maravillosa barbaridad (y recordad que estamos hablando de una novela escrita en el siglo XIX). Por otro lado, tenemos a Arthur, el marido y maltratador de Helen, un hombre que muestra diferentes caras a lo largo de la novela con el único objetivo de manipular y amedrentar a su esposa. El encanto inicial de Arthur no es real, pero su carisma consigue engatusar a Helen, y cuando ya la tiene bajo su poder este empieza a mostrar su verdadera naturaleza. La violencia psicológica que Huntingdon usa con Helen es clarísima y esta toma nuevas formas cuando el antagonista decide incluir al hijo de ambos en su diabólico juego. El retrato que Anne Brontë hace de él es duro y cruel, y he agradecido que la autora no haya intentado justificarlo o romantizarlo en ningún momento. De hecho, muchos son los que afirman que una parte de Arthur está basada en Branwell, el hermano de Anne, un hombre marcado por la adicción, pero que no llega a ser el monstruo que es Huntingdon.

La más joven de las Brontë construye una novela totalmente adictiva y compleja y con la que no puedes dejar de reflexionar. No obstante, y esto es algo que me persigue desde que escribí el artículo que os he mencionado anteriormente, la manera de exponer la narración es un hándicap para mí porque en ningún momento escuchamos a Helen explicar su historia. En otras palabras: el narrador real de este libro es Gilbert y la narrativa se efectúa a través de las cartas que el joven le envía a su cuñado, en las que narra su historia con Helen, y también gracias al diario de la protagonista, que Gilbert transcribe. La correspondencia de Gilbert ocupa la primera parte de la novela, y en la segunda el diario de Helen aparece en escena para explicar su relato. Poco tiempo antes del desenlace el diario llega a su fin y es entonces cuando, en teoría, Gilbert vuelve a tomar las riendas de la narración con sus cartas. En un principio pensamos que la novela tiene dos narradores, pero el diario está todo el tiempo en manos de Gilbert, e incluso en algún momento este expresa haber omitido algunas partes del diario o de las cartas de Helen porque para él el contenido no es importante. ¿Por qué no? ¿Gilbert oculta algo? Esto nos lleva a dos conclusiones: la primera es que esta novela, a primera vista, tiene dos narradores, pero en realidad es solo uno porque Gilbert controla la narración de principio a fin al tener con él el diario de Helen (cuando ella, además, le dice en un momento de la novela que no quiere que la información que hay en él sea compartida). La segunda es que este punto nos hace pensar qué ha ocurrido con Helen, ya que tenemos su diario pero ella nunca aparece en tiempo presente. ¿Dónde está nuestra protagonista? Esta sombra ha vuelto a instalarse conmigo durante toda la lectura y reconozco que siempre he observado al personaje de Gilbert con mucho recelo.

La llogatera de Wildfell Hall es una novela valiente y brillante que narra un horror que por desgracia aún no ha sido erradicado. Anne Brontë escribió una historia que escandalizó en el momento de su publicación por los temas que tocaba y hoy muchas la consideran una novela protofeminista. Su impacto fue tan grande, que después de la muerte de Anne, su hermana Charlotte prohibió que la novela se volviese a editar con el objetivo de proteger la reputación de su familia ante la rígida e hipócrita sociedad victoriana, ocultar el alcoholismo de Branwell y también porque se dice, se comenta, que Charlotte estaba celosa del prestigio que su hermana había adquirido. Por este motivo, la novela cayó en el olvido durante muchos años y Anne se convirtió en la hermana menos conocida de las Brontë (por suerte esto ya está cambiando). Estamos ante una obra maestra que os recomiendo encarecidamente y si queréis saber un poquito más sobre Anne, os dejo las siguientes entradas que escribí sobre ella en el blog:

In Search of Anne Brontë, de Nick Holland

The Tenant of Wildfell Hall, de Anne Brontë

Agnes Grey, de Anne Brontë

¡Hasta la próxima!

Comentarios

  1. Carape , ni sabía de su existencia... y se me ha abierto un apetito feroz!!!

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    1. ¡Hola!

      Muchos están descubriendo ahora a Anne tras muchas décadas en el olvido. Solamente escribió dos novelas, y también están sus poemas, pero 'La inquilina de Wildfell Hall' es un novelón porque habla sin tapujos de los temas mencionados en la entrada y lo hace de manera tajante. Para el siglo XIX esto fue un escándalo, y aquí Anne demostró el espíritu revolucionario que tenía. La recomiendo mucho.

      ¡Un saludo!

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