Su olor después de la lluvia, de Cédric Sapin-Defour

 


No nos privamos de llorar, porque entre estas cuatro paredes la muerte de un perro es un drama. Luego vendrán el mundo y sus autorizaciones para estar triste; en la clasificación de las penas legítimas, la pérdida de un perro está mal situada, lejos, muy lejos del niño, del centenario, del soldado desconocido o de la tórtola de los bosques. Luego vendrá la violencia de las grandes diferencias: por un lado, una pena que lo cubre todo como lava; por otro, el desinterés de la mayoría, la incomprensión y la burla solapada, llorar por un animal, qué ñoñería.


El pasado 3 de mayo, Lolita y yo nos miramos a los ojos y lo supe de inmediato: el día que tanto había temido había llegado y ya no había vuelta atrás. No más prórrogas, no más esperas. Durante mucho tiempo lo negué, un arma que usé para autoengañarme, pero Lolita llevaba meses sin ser ella y había llegado el momento de su descanso. Su adiós fue un antes y un después en mi vida, la muerte de un perro siempre lo es, porque Lolita, hasta la fecha, ha sido el último perro de mi vida. Desde pequeña he estado rodeada de ellos y cuando uno se iba siempre tenía otro a mi lado al que poder abrazar. Llevo seis meses viviendo con su ausencia, aprendiendo a deshacer los hábitos que habíamos creado juntas, y hay días buenos y otros en los que me invade la tristeza. Cuando se fue pensé en poner algo en redes sociales, pero Lolita no lo hubiese querido porque siempre fue muy discreta y tímida y no le gustaba ser el centro de atención.

Cuatro meses después de su partida me encontré en la librería con un libro que tenía el perfil de un perro en su portada y su título era Su olor después de la lluvia. Nada más leer la sinopsis supe que era una historia que me iba a doler, pero al mismo tiempo la necesitaba para poder sanar mis heridas, así que me lo llevé a casa y hace un par de horas he terminado su lectura.

Su olor después de la lluvia es un homenaje al mejor amigo del ser humano: el perro. En esta historia de no ficción, su autor, Cédric Sapin-Defour, relata los 13 años que compartió junto a Ubac, su fiel compañero, y en ella veremos una relación marcada por la vida, el amor y la muerte. Este libro está narrado con una sencillez y una delicadeza preciosas y si eres amante de los animales no podrás evitar verte reflejado en sus páginas. La historia de Cédric también ha sido la mía, ya que el autor ha plasmado a la perfección mis alegrías y mis temores demostrando que todos pasamos por las mismas fases. Es algo universal y, a la vez, dolorosamente fascinante. Esta es la historia de Cédric y Ubac, es cierto, pero al mismo tiempo también es una constante reflexión de lo que significa tener un perro a tu lado. Tu leal compañero te cambia, te hace ver la vida de otra manera, mucho más sencilla, y también te vuelve mucho más humilde.

Este es un libro que se debe leer con tranquilidad, así que os aconsejo disfrutar de cada una de sus páginas sin prisa alguna. He pasado por varias etapas durante la lectura, y en su parte final, con la muerte y despedida de Ubac, sabía que debía leer esta parte sola y sin ninguna interrupción, ya que llegaba a un momento tan íntimo y privado que he sentido que tenía que llorar en soledad junto a su autor. Sus últimas páginas han hecho que todos mis sentimientos volvieran a florecer, algo que esperaba, y la conexión que he sentido con Cédric ha sido total. Su desenlace me ha hecho llorar como una niña pequeña, pero al mismo tiempo me ha vuelto a enseñar la grandeza –y el amor infinito y desinteresado - que puede existir entre una persona y su perro; algo que, por cierto, muy poca gente entiende.

Su olor después de la lluvia ha sido todo un descubrimiento que todos los amantes de los animales deberían leer y que, sin duda, os llegará al corazón. Al principio he dicho que a Lolita no le gustaba ser el centro de atención, pero han pasado más de 6 meses desde de su partida y creo que ya me habría dado su permiso. Por otra parte, la historia de Ubac me ha animado a decir en voz alta que Lolita ya no está, algo que me daba auténtico pavor, porque si lo hacía público entonces significaba que era verdad.

Lolita, no sabes lo mucho que te queremos y echamos de menos. Estás presente en cada momento de nuestras vidas y nunca serás consciente de la bondad y dulzura que desprendías. Siempre serás nuestro ángel y nuestra eterna niña pequeña.

Hasta la próxima.


Página de Facebook: El blog perdido de Laura

Instagram: laura_lamiel

Comentarios

  1. ¡Hola Laura!
    la muerte de tu mascota siempre es un drama, para los que amamos a los animales, ya que forman parte de nuestra familia y nos dan tanto sin pedir nada a cambio...
    Ese párrafo que has puesto en azul al principio me encanta, porque refleja esa realidad, que no todos entienden, que se llore por un perro, porque no es una pena de las que se considere legítima (pero ¿para quién?) y esa pena de saberte incomprendido por la mayoría de la gente, incluso para algunos de tu propia familia, eso es muy triste.
    A mi me encantaba Lolita, ya lo sabes, me encantaba ver esas fotos robadas que subías a Instagram y verla a ella, toda puesta, parecía que incluso posaba para la ocasión.
    Pero es cierto que nuestras mascotas viven muy poco, se nos hace corto, muy corto el tiempo que pasan con nosotros alegrándonos la existencia. Te cuento que yo desde que se murió mi perro hace muchos años (también he tenido gato) pues lo pasé tan, tan mal, que no he tenido nunca ganas de tener otro.
    Pero también sé por mi profesión, que, aunque otro perro no llene ese vacío, porque cada uno es insustituible y único, pues eso siempre ayuda, porque inevitablemente tienes que desviar tu atención al que ahora la necesita
    En fin Laura, que lo siento mucho, no sabes como te comprendo y que sé perfectamente cómo lo estás pasando
    ¡Un beso enorme!!!

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