Microfísica sexista del poder: El caso Alcàsser y la construcción del terror sexual, de Nerea Barjola

 


¡Hola, chic@s! Hace unos meses descubrí a través de la cuenta de Instagram de Roy Galán el libro Microfísica sexista del poder: El caso Alcàsser y la construcción del terror sexual, de Nerea Barjola, un excelente estudio de cómo el caso Alcàsser fue utilizado para crear, a través de un discurso social, un relato de terror sexual en el que las mujeres eran las grandes damnificadas. Este alegato se tomó como una verdad universal, pero, en realidad, su mensaje tenía como objetivo ocultar el verdadero problema de lo que supuso este terrible triple crimen y que es esa lacra que todos conocemos muy bien: la violencia contra las mujeres.

El caso Alcàsser, y creo que todas nos sentimos así, me dio pavor y es curioso porque cuando ocurrió yo tenía solamente 5 años, pero aun así mi pequeña cabecita ató cabos y supo que algo muy malo les había pasado a tres chicas mayores (ahora que lo veo siendo una adulta, me doy cuenta de que eran tan solo tres niñas) y que el señor malo seguía ahí fuera, acechando. Era muy pequeña, y obviamente no entendía la magnitud de este crimen, pero sentí muchísimo miedo y, después de leer el libro de Barjola, llegué a la conclusión de que, posiblemente, ese discurso de terror sexual que se aplicó a estos asesinatos también influyó, de alguna manera, en mi yo de 5 años.

Microfísica sexista del poder analiza cómo este crimen fue usado para crear una ley del miedo en la que las mujeres eran las grandes perdedoras y con la que se estableció un discurso aleccionador muy claro que, tras él, se ocultaba una frase que hemos escuchado en más de una ocasión: Mira qué pasa si no haces caso. Estas palabras rezuman machismo y opresión se miren por dónde se miren; sin embargo, a veces no nos damos cuenta de ello debido al miedo, que nos paraliza y consume, y nos enseña qué puede ocurrir si no nos portamos bien. Por lo tanto, Alcàsser sirvió para reforzar las líneas que una mujer no debía cruzar y, por consiguiente, darle más fuerza a una disciplina de terror sexual que caló muy hondo y con la que las mujeres se vieron obligadas a cambiar sus hábitos para no ser víctimas de ella. Así que, ¿qué mejor lugar para estar seguras si no es en nuestros hogares? Si una mujer no quiere ser víctima de ningún tipo de violencia, esta debe quedarse en casa, ensalzando de esta manera el entorno doméstico y, al mismo tiempo, coaccionando su libertad.


En un artículo de opinión titulado «¿Quién viola a quién?», se habla de Golda Meir, primera ministra israelí entre 1969 y 1974. Según cuenta el periódico, en una reunión, se la solicitó que ordenara el toque de queda a las mujeres para evitar, así, que fueran agredidas sexualmente. A lo que ella contestó: «Pero, ¿quién viola a quién? “Los hombres a las mujeres”, le respondieron con naturalidad. Pues entonces, que se decrete toque de queda solo para los hombres a partir de las 22.00, propuso la primera ministra». Esta respuesta supone dar la vuelta al patrón de responsabilidades y culpabilidades. Pero si el juicio que se realizó a las adolescentes no se hubiese centrado en la imputación de su responsabilidad, sino en la estructura de poder que permite un acto de violencia sexual de estas características, la sociedad de la que estamos hablando sería otra.


Mientras leía este estudio, no pude evitar acordarme de tres libros (que os recomiendo encarecidamente y que podéis encontrar reseñados en el blog) que nos confirman que, a pesar del paso de los años, la conducta del ser humano no cambia y siempre seguimos cayendo en la misma piedra. El primer libro es Las cinco mujeres, de Hallie Rubenhold, un ensayo que da voz a las víctimas de Jack el Destripador, y en el que la autora expone que el personaje de Jack fue utilizado para crear una especie de relato de terror con el que mantener a las mujeres a raya. Aquí volvemos al discurso aleccionador (recordemos que las víctimas de este asesino en serie eran mujeres que no representaban el lado más conservador y tradicional que se esperaba de ellas) y, curiosamente, ambos casos tuvieron lugar en un periodo en el que grupos feministas estaban consiguiendo importantes cambios que beneficiarían a la libertad y autonomía de las mujeres. Ambos casos supusieron un freno a estos avances y, como consecuencia, reforzaron el patriarcado. Así que, mientras el siglo XIX tuvo como hombre del saco a Jack el Destripador, el siglo XX tuvo a Antonio Anglés; de modo que las mujeres debían portarse bien si no querían caer en sus garras. El segundo libro es Tengo un nombre, de Chanel Miller, las memorias de una víctima de violación que hacen hincapié en cómo el foco de atención siempre se pone en la víctima y no en el atacante, haciendo que se juzgue el comportamiento de esta para ver si su agresión puede tener algún tipo de justificación. Con Alcàsser ocurrió lo mismo, ya que se juzgaron los hábitos de las tres víctimas y, de manera directa e indirecta, se las sentenció por la actitud que tuvieron aquella fatídica noche. Por lo tanto, aquí volvemos a lo mismo de siempre: la libertad de la mujer está mal vista y hay que ponerle un límite. Y por último, tenemos Castellio contra Calvino, de Stefan Zweig, un libro que nos habla de la creación de las dictaduras y cómo estas, a pesar de saber todo lo que nos traen, siguen en pie. El tema de este libro es el poder corrupto y cómo el miedo nos debilita y doblega, por eso siguen habiendo dictaduras, y como no queremos sufrir sus consecuencias nos callamos y nos adaptamos a lo que nos piden. El crimen de Alcàsser también se usó para crear miedo y que las mujeres readaptaran sus vidas para no ser las siguientes en ocupar portadas de prensa y televisión. Sabemos que esto está mal, pero el miedo, lo repito otra vez, es horrible y paraliza, y por eso muchas veces cedemos a él y no levantamos la voz.

Microfísica sexista del poder es una lectura necesaria y, por desgracia, llena de actualidad que todo el mundo debería leer. El análisis de Nerea Barjola es rotundo y brillante, y a medida que vas pasando las páginas no puedes evitar asentir ante la exposición de sus argumentos. El caso Alcàsser fue, para muchos, un antes y un después en la crónica negra de España, pero también tendría que haber sido un golpe rotundo contra la violencia a las mujeres. Tristemente no fue así y se utilizó como relato aleccionador en el que se le recordó a la mujer cuál era su lugar. Vuelvo a repetirlo: este libro es una lectura imprescindible y espero que llegue a muchos lectores.

¡Hasta la próxima!

 

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Comentarios

  1. ¡Hola Laura!
    Yo estoy muy sensibilizada con todos los temas que trata este libro. También viví el caso El caso Alcàsser con terror y expectación (era algo mayor que tú y lo recuerdo muy bien) y fíjate que nunca me había parado a pensar en ello bajo esa perspectiva, esa utilización para recordarle a la mujer cual era su lugar, y es una pena que después de tanto tiempo sigamos prácticamente igual, que se haya avanzado tan poco en la violencia machista y que cada día sigamos escuchando casos similares. Una pena que se desaprovechara la oportunidad de haber incidido y avanzado en la lucha contra la violencia a las mujeres.
    En fin, muchas gracias por darnos a conocer lecturas tan necesarias
    Besos

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Marian! Creo que esta es la cuarta o quinta vez que intento dejarte este mensaje, pero Blogger no me deja... ¡A ver si ahora salgo victoriosa!

      La autora de este libro no recrea en ningún momento lo que le ocurrió a las niñas, lo que es de agradecer; solo habla de cómo se trató el caso y lo hace desde una perspectiva feminista y respetando y protegiendo en todo momento a las tres víctimas. La verdad es que estos libros son muy necesarios ya que son lecturas que te abren los ojos y te hacen ver hechos que ocurrieron hace años desde otra perspectiva. Es una lectura que no defrauda y es de lo más reveladora.

      ¡Un beso!

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