Un mes al camp, de J.L. Carr

 


¡Hola, chic@s! Hoy os traigo mi reseña exprés de Un mes al camp (Un mes en el campo), de J.L. Carr, una novela de poco más de 200 páginas que forma parte de la colección Petits Plaers.

Un mes al camp transcurre poco después del final de la Primera Guerra Mundial y nos presenta a Tom Birkin, un hombre que ha regresado de este conflicto bélico, y que aún no se ha recuperado de todo el horror que ha vivido. A pesar de sus demonios internos, el joven decide viajar hasta el pueblecito de Oxgodby (Yorkshire) porque le han encargado restaurar un fresco medieval que han encontrado oculto en la iglesia. La labor que tiene por delante es larga y delicada, así que su idea es pasar todo el verano allí. Poco a poco, gracias a la hospitalidad de los vecinos, y también a la tranquilidad y a la belleza del lugar, Birkin no solo irá reconstruyendo el fresco medieval, sino también su resquebrajada alma.

La novela de Carr es una historia que se construye a través de los silencios. El autor no explora en profundidad el dolor del personaje principal, ni su experiencia en la guerra, pero con solo unas pinceladas ya nos podemos imaginar perfectamente todo el sufrimiento que lleva en su interior. Con todo esto, Un mes al camp nos demuestra que menos es más porque con muy pocas palabras se puede crear una imagen bastante nítida de la complejidad que puede habitar en un ser humano.

Por otro lado, esta historia también pone sobre la mesa la idea de asociar un lugar con un tiempo determinado en el que fuiste feliz, y el miedo de volver a dicho sitio para comprobar que toda esa magia que has conservado en tu memoria se ha esfumado (en este caso, Birkin es el narrador y recuerda su experiencia en Oxgodby 50 años después). Esto siempre me ha parecido de lo más poético y le da a la novela un aire melancólico de principio a fin.

Un mes al camp es una novela breve, y de apariencia sencilla, pero estamos ante el relato de un hombre que, a través de las pequeñas cosas cotidianas, consigue ir reparando su identidad. Los personajes son entrañables, y también un pelín extravagantes, y debido a sus peculiares personalidades no puedes evitar encariñarte de ellos. Mientras leía esta pequeña novela me daban ganas de perderme en Oxgodby y en su verano, una estación que, a medida que me iba acercando al final de la historia de Birkin, se iba despidiendo para dar paso a la melancolía del otoño.  

¡Hasta la próxima!

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