La sociedad de la nieve, de Pablo Vierci


 

Si vamos a contar este suceso, hagámoslo como hombres. A mí me dolería mucho que, si esta historia perdura, no se conservaran los nombres de los que no volvieron, la entrega que tuvieron esos muchachitos tan jóvenes. ¿Quiénes eran o quiénes fueron? Lo que más deseo es que siempre que se cuente la historia de los Andes por lo menos se puedan leer sus nombres, porque un nombre es un recuerdo, y un recuerdo es una vida que perdura para la eternidad.

 

¡Hola, chic@s! El 22 de diciembre de 1972 el mundo entero fue testigo de una revelación sobrecogedora: los restos del avión uruguayo que había desaparecido el 13 de octubre de aquel mismo año fueron hallados en los Andes y en él encontraron a catorce personas con vida (sin contar a Nando Parrado y Roberto Canessa, los otros dos supervivientes que abandonaron el lugar diez días antes en una expedición sin precedentes para dar con la tan ansiada ayuda). ¿Cómo habían sobrevivido estas personas en un lugar tan hostil durante más de dos meses? El rescate es sólo la punta del iceberg de un relato que se mueve entre el milagro y la grandeza del ser humano.

Hay historias que caen del cielo para llegar en el momento justo y esto es lo que me ocurrió con La sociedad de la nieve. Era conocedora de los hechos gracias a la película ¡Viven! (1993), pero la obra de Bayona me hizo redescubrir esta tragedia desde otro punto de vista y fue tal el impacto que tuvo en mí que tuve que recurrir inmediatamente al libro homónimo en el que se basa.

La sociedad de la nieve está escrito por Pablo Vierci, compañero de estudios de los supervivientes y de los que perecieron en la montaña, y en él los que lograron escapar relatan cómo fue vivir en un lugar que tenía la concesión de poder arrebatarles la vida en cualquier momento. Vierci nos aproxima a esta tragedia a través de dieciséis puntos de vista diferentes que hacen que esta historia se convierta en un puzle de lo más profundo y emocional. Lo que más llama la atención es la transformación que todos experimentaron allí arriba, ya que la montaña se convirtió en una especie de purgatorio que les permitió despojarse de todas las capas que traían del mundo civilizado, entre ellas sus imposiciones y prejuicios, para mostrar así su parte más pura. Mientras leía el libro vi claramente que estas personas alcanzaron una apreciación muy intensa del concepto de la vida y la muerte que no está al alcance de todos y que marcó un antes y un después en la mayoría de ellos.

Por otro lado, este accidente no sólo sitúa su relato en los Andes, ya que también se podría narrar desde el punto de vista de las familias y los amigos que removieron cielo y tierra para encontrar a sus seres más queridos. Además, al mismo tiempo también tenemos a Sergio Catalán, el arriero que dio con Parrado y Canessa, o los testimonios de los rescatistas, en especial el de Sergio Díaz, cuya vida después del rescate me dejó sin habla. Por lo tanto, y como podéis comprobar, esta historia tiene tantas dimensiones y aristas que podría ser expuesta desde diferentes perspectivas.

Cuando terminé la lectura del libro pensé que me esperaba una ardua tarea con la reseña, porque a veces las palabras no logran transmitir lo que te ha hecho sentir una historia; simplemente va más allá de eso. Antes he dicho que este libro cayó del cielo en el momento justo y para mí este relato de amistad, solidaridad y resiliencia ha sido como un abrazo de lo más reconfortante. Los supervivientes siempre hablan de manera metafórica de esa cordillera que se tuvo que cruzar para llegar a la salvación, y esto nos enseña que todos atravesamos montañas en momentos determinados de nuestra vida que son muy complicadas, pero aunque caigamos siempre tenemos que levantarnos y avanzar.

La sociedad de la nieve es un libro que te deja una lección tras otra y, de alguna manera, se ha convertido en mi refugio. Para acabar, pienso que esta obra también se podría haber llamado La fe mueve montañas, ya que la esperanza de volver a reencontrarse con los suyos, a pesar del frío, el hambre y la muerte, siempre estuvo allí y ninguno la dejó escapar. Fue una gran tragedia, sí, pero alrededor de ella hay una belleza inexplicable que cuando consigue alcanzarte es imposible olvidar.

¡Hasta la próxima!

 

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