Totes les bèsties, petites i grosses (II), de James Herriot

 


¡Hola, chic@s! Hace dos veranos leí el primer volumen de Totes les bèsties, petites i grosses (Todas las criaturas grandes y pequeñas), de James Herriot, un libro que me acompañó durante mis tardes de playa y que fue, sin ninguna duda, un refugio encantador. Esta lectura son las memorias novelizadas de Herriot, un veterinario rural que empieza su andadura profesional en Darrowby, una pequeña localidad de Yorkshire que le deparará más de una sorpresa. Sus vivencias tienen lugar en la primera mitad del siglo XX y debido a ello no puedes evitar sentir cierto aire nostálgico y entrañable. Quedé encantada con la lectura, así que tenía muy claro que quería hacerme con el segundo volumen para saber cómo continuaba el camino de Herriot. Han pasado dos años, pero por fin puedo decir que ya he leído Totes les bèsties, petites i grosses (II), y la espera ha merecido la pena.

Este segundo tomo vuelve a tener como protagonista a James Herriot, pero si en la primera entrega su protagonista era un novato que aún se tenía que aclimatar a las peculiaridades de sus vecinos y clientes, en esta vemos al veterinario mucho más integrado. Sin embargo, esto no quita que en ocasiones viva experiencias un tanto excéntricas e imprevistas que le hagan pensar qué narices acaba de pasar. ¡Recordad que en Darrowby puede pasar de todo!

Esta segunda novela está rodeada de una sencillez encantadora y vuelve a combinar tres puntos que siempre le han funcionado muy bien: la emoción, la ternura y la comedia. La historia del veterinario nos hace ver que las grandes cosas siempre se encuentran en las pequeñas acciones, y este libro contiene unos cuantos ejemplos de ello. Su autor me ha hecho reír en algunos pasajes para acto seguido emocionarme sin yo esperarlo. Herriot sabe muy bien cómo enamorar al lector y a mí siempre me ha tenido ganada.

Sus personajes son una delicia debido a sus extravagancias. En esta entrega seguimos explorando la relación que Herriot tiene con Siegfried, su jefe, y Tristan, el hermano de este. La dinámica que el protagonista tiene con ambos vuelve a ser disparatada y caótica, y me ha encantado que este espíritu no se haya perdido. En ciertos momentos me ha recordado a la magnífica Doctor en Alaska, ya que su comicidad se encuentra en su cotidianidad. Por otro lado, en esta entrega también tenemos la incorporación de Helen, la hija de un ganadero local que puede presumir de inteligencia y sensatez, y que hará que el veterinario caiga rendido a sus pies. El personaje de Helen es un soplo de aire fresco a la historia y nos hace descubrir una faceta de James que no vimos en el primer libro.

Totes les bèsties, petites i grosses (II) es un canto a la vida rural, y su autor nos acerca a ella a través de una sencillez y un encanto que enamoran. Nada más empezar el libro te sientes como una habitante más de Darrowby y no puedes evitar querer a sus personajes por sus actitudes tan surrealistas, pero también humanas. Son todos geniales, de verdad, no podría quedarme solo con uno. Tras haber finalizado la lectura del segundo tomo, creo que ya va siendo hora de empezar con la serie, una adaptación de la que he visto algunas escenas y que, menuda sorpresa, me han encantado.

El verano está a la vuelta de la esquina, así que si buscáis una lectura que os haga desconectar de la rutina, entonces estas dos memorias en forma de novela son una opción más que perfecta.

¡Hasta la próxima!

Comentarios

  1. Veré de hacerme con ellos, pues supongo que este autor será buen compañero de fatigas de mi apreciado Durrell (los dos!!)...

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    1. ¡Hola!

      La verdad es que los dos libros de Herriot son lecturas estupendas para desconectar. Curiosamente, Gerald Durrell es uno de mis eternos pendientes.

      ¡Un saludo!

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