Mis Crónicas Londinenses Vol. 2: Tercer día
¡Hola a tod@s! Nuestro tercer día en la capital
británica fue de lo más interesante. Tras pasar una noche sin sobresaltos nos
levantamos bien temprano para visitar los sitios planeados y dejamos, muy a
nuestro pesar, a nuestro dicharachero y dulce James.
El
sol se dejaba entrever y no había amenaza de lluvia, aunque en Londres todo
puede ocurrir en menos de un segundo… Este día fue el inicio de mi calvario
personal: una tendinitis se apoderó de mis dos pies (más del derecho que del
izquierdo) y sufrí unos dolores horribles hasta el final del viaje. Esto me
fastidió bastante ya que me lo pasé muy bien, pero el dolor seguía ahí y era insoportable, pero en fin, no hablemos de mí.
Nuestra
primera parada fue nada más y nada menos que a una copistería para imprimir nuestros
billetes de vuelta (sí es una manera muy original de empezar el día) y de ahí
fuimos a Baker Street. ¡Sherlock Holmes nos esperaba! En realidad, nuestra
visita a Baker Street fue en cierto modo improvisada ya que esa mañana nos
hubiese gustado ir a Hampstead y perdernos por sus paisajes, pero el planning
del día hacía incompatible nuestra visita a lugares como la casita en la que mis
adorados John Keats y Fanny Brawne se conocieron. En este sentido, tengo una
espinita clavada, pero sé que en un futuro iré. Pues como os iba contando,
llegamos a Baker Street y nada más salir de la estación de metro pudimos ver a
mi idolatrado Sherlock Holmes. La primera vez que lo vi fue hace dos años en mi
primer viaje a Londres y lo vi de espaldas y corriendo ya que iba a Camden en autobús,
¡pero esta vez pude observarlo tranquilamente y me hice una foto con él!
Tras ver
la estatua del mítico detective nos dirigimos a su domicilio, la famosa calle
conocida como el 221B de Baker Street. Como muchos sabréis, en este lugar se
encuentra el pequeño museo dedicado al personaje creado por Arthur Conan Doyle
y a su vez este museo tiene una tienda para comprar souvenirs. Pensaba que solo
se podía acceder a esta tienda si entrabas al museo, pero no es así ya que
puedes ir a la tienda directamente y eso fue una perdición para mí. Decidimos
entrar en ella y una vez dentro tuve un flechazo espectacular, ¡era tan bonita! Mis
expectativas eran bajas porque había leído opiniones que decían que no era
impresionante y es verdad que es una tienda pequeñita pero es una maravilla. Su
interior está decorado como si estuviéramos en la época victoriana y había tantos,
pero tantos souvenirs… Me compré una ilustración que representaba la muerte de
Sherlock Holmes, un pin del detective, sellos, postales… ¡y una piruleta! Sí
una piruleta. Aún no me la he comido ya que he querido sacarle una foto para
que todos la veáis. Salí encantada y una vez fuera nos hicimos una foto con un Bobby
en la puerta del domicilio de Holmes. La anécdota que tenemos con este Bobby es
que en realidad era uno de los dependientes de la tienda y cuando estábamos
haciendo cola nos dimos cuenta de que el chico, pues qué queréis que os diga,
era muy guapetón. Así que cuando estábamos a punto de pagar lo que habíamos
comprado vemos que se va y deja la caja. ¡Qué pena! Bueno, la pena nos duró hasta que
salimos fuera ya que había cogido el relevo del anterior Bobby y nos pudimos
hacer una foto con él. ¡Ay, qué caprichoso es el destino!
Si
pensáis que nuestro frikismo acabó aquí estáis muy equivocados ya que a escasos
metros había una tienda dedicada a los Beatles y salimos de ella con unos marcapáginas
del cuarteto de Liverpool y unas gafas de lo más fashion que teníamos pensado
ponernos en nuestra visita a Abbey Road, aunque eso lo contaré en otra entrada.
Así
que veamos, después de haberle hecho una visita a Mr. Holmes y a los Beatles, para
no perder la costumbre, fuimos a un lugar que vio nacer, por decirlo así, a un
clásico contemporáneo: Harry Potter. Sí como muchos de vosotros estaréis pensando
fui a la famosísima estación de King’s Cross para hacernos una foto, pero no
pudimos porque había una cola impresionante e íbamos con el tiempo justo. Aun
así estuvimos allí y también cogimos un recuerdo que certifica que pisamos ese mágico lugar.
Después
de King’s Cross decidimos comprar unos bocadillos y unas bebidas ya que íbamos
a coger un metro que nos iba a dejar a las afueras de Londres, más concretamente en Highgate. Muchos de vosotros sabéis que una de mis ilusiones era visitar el
mítico cementerio de Highgate, un camposanto inaugurado a principios del siglo XIX y que está considerado parte del patrimonio cultural inglés. Desde mi punto de vista, creo que este lugar ha conseguido retener bastante bien el espíritu de la época victoriana.
Para
llegar al cementerio cogimos la línea negra y nos bajamos en Archway. A
continuación, caminamos calle arriba durante una media hora hasta llegar a Waterlow
Park. Este parque no lo conocía y a pesar de ser pequeñito era muy bonito.
Cuando llegamos a Highgate el día estaba muy nublado y parecía que iba a llover
en cualquier momento. Lo que me gustó de las calles de este lugar es que son
muy diferentes a las de Londres ya que hay una atmósfera especial que mezcla tranquilidad,
melancolía y elegancia. Parece que todo está en calma y en silencio otorgando al
lugar un encanto y un misterio muy especiales.
Tardamos unos 10 minutos en recorrer Waterlow Park y cuando llegamos al final nos encontramos con el
cementerio. Nuestro tour
para visitar la parte Oeste (hay que ir con un guía ya que es la zona más
antigua) estaba planeado a las 13.45 de la tarde así que mientras esperábamos
decidimos comer en el parque.
Una
vez acabada la espera pudimos entrar en el cementerio y nuestro guía fue
maravilloso ya que era todo un caballero inglés. Mientras él nos relataba como
vivían y morían los victorianos nosotras fuimos testigos de toda la
arquitectura que nos rodeaba. Era una auténtica maravilla. Siempre me han atraído
los cementerios, pero no por nada macabro sino porque creo que a pesar de que
cuando oímos la palabra cementerio nos vienen a la mente palabras como “muerte”
o “fin” para mí es un lugar lleno de historias que anhelan ser escuchadas y
eso hace que todas las personas que están bajo tierra permanezcan vivas a través
de nuestro recuerdo. Además, hay
cementerios que estéticamente son preciosos y hacen que nos deleitemos con su arquitectura.
Desde mi punto de vista, creo que todos estos puntos que os he comentado se
pueden encontrar en el cementerio de Highgate. Por otro lado, este lugar siempre ha sido objecto de muchas leyendas, misterios y alguna que otra historia macabra. Por lo tanto, muchos sienten que cuando cruzan sus puertas se están adentrando en un mundo tenebroso lleno de sombras que parecen estar observándonos en cualquier esquina. Ya os digo yo que una cosa es explicarlo y otra es verlo ya que cuando entras en el cementerio te da la sensación de haber viajado al siglo XIX. Disfruté mucho con todas las historias que nos contaron, pero en
especial me encantó escuchar la historia de Elizabeth Siddal. La historia nos relata como su marido, el poeta Dante Gabriel Rossetti, la enterró en Highgate con un libro de poemas escrito por él ya que ella era su musa. Años más tarde, y debido a la falta de inspiración, decidió desenterrar a su esposa para conseguir
sus poemas. El hombre que profanó la tumba de Siddal le comunicó a Rossetti que su mujer, a pesar de los años, parecía estar prácticamente intacta…
Como
os he dicho, la parte Oeste se tiene que visitar con un guía ya que es muy
antigua, pero este no es el caso de la parte Este ya que está considerada como “la parte nueva” y puedes
ir sin ningún supervisor. Esta parte del cementerio tenía mucha más luz y color que la
parte antigua y la vegetación no se apoderaba del lugar como en la parte Oeste.
En la parte Este visitamos, nombrando solamente a unos pocos, las tumbas de George
Eliot, Karl Marx, Malcolm McLaren o Ernest Barker, víctima del transatlántico más
famoso del mundo: el Titanic. También vimos la tumba de Douglas Adams, autor de
Guía del autoestopista galáctico. Su
tumba era muy curiosa ya que estaba llena de bolígrafos que le han ido dejando
sus seguidores o visitantes del cementerio y yo decidí rendirle mi pequeño homenaje
poniendo uno de los bolis que había decidido llevarme al viaje.
Tras
acabar nuestra ruta teníamos planeado visitar La pequeña Venecia pero estaba más lejos de lo que pensábamos y no
nos daba tiempo así que teníamos la tarde libre e improvisamos una tarde de
compras en Oxford Street. Fuimos a un Primark porque la ropa es muy barata y
salimos con un par de bolsas cada una. Nos lo pasamos en grande entre risas y
tonterías de las nuestras. Los pies me dolían bastante, pero fue una tarde
fantástica. La verdad es que estábamos súper contentas con nuestro día, pero
nos chafaba un poco el ánimo tener que volver al hostal ya que eso significaba
tener que encontrarnos con nuestro adorado James y meternos directamente en la
cama ya que el pobre parecía tener fobia a las bombillas encendidas. Sin
embargo, el día no pudo acabar más redondo ya que nuestro Jimmy se había ido…
¡y sin despedirse! Después de todo lo que habíamos vivido juntos… En fin,
nuestro luto por nuestro adorado compi de cuarto no duró mucho ya que en su
lugar vino Pablo, un chico de Canarias muy divertido, simpático y tan loco como
nosotras (esta vez no es ironía). En serio, fue un broche perfecto para un día
redondo. No sabéis lo agradable que es llegar a tu habitación después de un
largo día de ir de aquí para allá y sentarte en el suelo para hablar de lo que
sea sin tener que meterte en la cama deprisa y corriendo. Además, puedes hacer
amigos ingleses, pero no hay nada como un compatriota. Ahora sabíamos que nos
podíamos ir tranquilas y no estar sufriendo todo el día pensando en qué nos
podíamos encontrar al llegar. Pablo fue el angelito que nos faltaba en el hostal,
aunque Jimmy siempre permanecerá en nuestros corazones.
En
fin, como podéis ver fue un día fantástico y la verdad es que los siguientes días fueron igual de estupendos. En la próxima entrada conoceremos lugares de
película, personajes de fantasía y uno de mis sueños casi no se cumple… ¡Pero
todo esto verá la luz en la próxima entrada!
Por cierto, si os queréis pasar, os dejo aquí el enlace que os llevará a mi página de Facebook.
¡Nos vemos en unos días!
Hola, Laura!
ResponderEliminarMadre mía... Decir precioso es poco. Desde luego, a visita muy bien aprovechada.
Nos leemos!!!
¡Hola, Israel!
EliminarLa verdad es que fue un día muy bueno :) Y el cementerio es una auténtica maravilla. ¡Volvería con los ojos cerrados!
¡Nos leemos!
¡Hola, Laura!
ResponderEliminarSon geniales los guiños que Londres hace a sus personajes más conocidos, la estatua de Holmes, es preciosa y la alusión a Harry Potter en la estación con andén 9 y 3/4 me ha parecido graciosa e ingeniosa. El cementerio de Highgate me encanta, se ve un lugar mágico en el que puede pasar de todo, se me ocurren historias de miedo, fantasmas y espíritus, amores imposibles e incluso algo de fantasía con hadas y duendes revoloteando por allí. La vegetación que lo envuelve es impresionante. La parte antigua es misteriosa, intrigante, pero la parte nueva también es muy bonita.
A disfrutar esos recuerdos que te has traído de allí.
Un beso!
¡Hola, Mari Carmen!
EliminarEstoy de acuerdo con todo lo que has dicho :) Londres esconde guiños a muchos de sus personajes y en algunos casos, ¡no somos conscientes de ello!
El Cementerio de Highgate es una puerta a otra dimensión. Es una preciosidad, pero al mismo tiempo hay algo inquietante en él. Te da la sensación de que en ese lugar puede pasar de todo, ¡incluyendo la existencia de duendes y hadas!
¡Un beso muy grande!
Precioso el cementerio, parece un lugar en el que pasar horas y horas.
ResponderEliminarBesos ^^
¡Hola, Minea!
EliminarEl cementerio de Highgate es una preciosidad. Además, está lleno de grandes historias y su arquitectura nos transporta a la época victoriana <3
¡Un beso!