Los alcatraces, de Anne Hébert

 

¡Hola, chic@s! He decidido hacer un pequeño stop en mis vacaciones para hablaros de Los alcatraces, de Anne Hébert, un libro que me persigue desde que finalicé su lectura.

El 31 de agosto de 1936, dos primas adolescentes, Nora y Olivia Atkins, desaparecen en Griffin Creek, un pueblo que parece estar dominado por la oscuridad y lo macabro. ¿Su desaparición ha sido voluntaria o hay algo (o alguien) que las ha hecho desaparecer? Este suceso marca a la comunidad, pero tras el dolor, se esconde una historia cruel que enerva al lector y, una vez llegas a su desenlace, se resiste a dejarte.

Los alcatraces es una novela que está inspirada en un caso real y, desde su inicio, ya te pone en alerta. La historia transmite incomodidad y desconfianza, y estas sensaciones se van potenciando a medida que avanzamos en la lectura. La trama está narrada a través de las voces de diferentes personajes y poco a poco vemos cómo todas las piezas van encajando. En este libro nada está sujeto al azar y todo, absolutamente todo, tiene su explicación.

Para contar esta tragedia, la autora escoge una prosa poética, onírica e introspectiva que se centra mucho en la psicología de los personajes. Es cierto que al principio la lectura puede resultar un tanto confusa (en mi caso tuve que releer algunos pasajes para asegurarme de que mis impresiones eran las correctas), pero una vez que le coges el tranquillo a Hébert, ya no puedes parar de leer.

Por otro lado, los personajes de esta novela son una representación de todo lo que está mal. Creedme. Sobre Griffin Creek sobrevuela una sombra vil, carroñera, corrupta y salvaje que pone los pelos de punta y que hace que te remuevas en tu asiento. Esta es una historia sobre la violencia contra las mujeres y en ella veremos cómo estas son vistas como objetos, e incluso presas, y los hombres, que son unos depredadores, se encuentran al acecho para saltar a la más mínima. Hébert transmite esto muy bien y sientes un rechazo constante por la mayoría de los habitantes de este pueblo dejado de la mano de Dios. Por último, debo decir, y muchos de vosotros ya lo habréis intuido, que Griffin Creek es un personaje más y a través de él percibimos diferentes simbolismos que nos avisan de la podredumbre que hay allí.

Los alcatraces es una lectura que hace hincapié en el lado más perverso del ser humano. Puede que no sea una novela para todo el mundo, pero personalmente la he disfrutado mucho porque remueve, indigna y te invita a la reflexión. Ha sido toda una sorpresa y, desde aquí, os la recomiendo.

¡Hasta la próxima!

 

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